Una exposición que se inaugura este viernes en Málaga pretende homenajear, diez años después de su muerte, al pintor Francisco Hernández, quien fue calificado como "el segundo mejor dibujante de España" por Salvador Dalí, que se reservaba para sí mismo el primer lugar de esa clasificación.
Un total de 64 piezas, la mayoría de la colección de la familia del artista, se podrán contemplar hasta el 11 de febrero de 2023 en el Centro Cultural de la Fundación Unicaja en Málaga, donde se han instalado sin un orden cronológico para establecer "un diálogo entre los cuadros", ha explicado este miércoles Carmen Hernández, hija del pintor y comisaria de la muestra.
"Mi padre era capaz de hacer un dibujo sin levantar la plumilla del papel, pero fue más allá y siempre investigó. Era muy erudito, admiraba a los artistas anteriores y coetáneos y de todos aprendía, porque era muy humilde, para llevarlos después a su territorio", ha resaltado Hernández.
Por etapas, las piezas seleccionadas se dividen en dos bloques, uno de sus inicios, desde un autorretrato de pequeñas dimensiones dibujado en 1951 hasta finales de los años 70, y un segundo bloque desde 2005 hasta 2011 con el último periodo de su trayectoria.
"Nos hemos enfocado ahí porque es el inicio y el fin de una trayectoria pictórica abrumadora, incansable y muy prolífica", y se ha "valorado el concepto de ruptura en sus diferentes etapas", según la comisaria.
En los años 50, en obras como "Viejo en la taberna", optaba por "una pincelada muy rápida, con un empaste bastante grueso", lo que llevó a algunos críticos a calificarle de impresionista, algo que rechazaba el propio Hernández, que se vinculaba más "con el 'action painting' norteamericano".
Después, en los 60, "experimenta una renovación profunda" y se observa que "la figura se geometriza" y esa transformación "llega a ser una abstracción geométrica, expresionista si cabe", según Carmen Hernández.
Ya en los años 70, la obra "se hace más alegórica" y hay "una expresión muy surrealista" en piezas presentes en la exposición como "El cabrero", donde "pone al mismo nivel al personaje y a la naturaleza".
En los años 80 hay un Hernández "más barroco", mientras que en los 90 y principios de los 2000 "tiende hacia el clasicismo" este artista al que "siempre se le ha atribuido estar entre el clasicismo y la modernidad".
Desde 2005 "se palpa que está fluyendo otra vez esa creatividad para evolucionar hacia algo más, siempre incesante en su búsqueda", con piezas como la "Cabeza de San Pedro", "una obra maestra, hecha a espátula directamente, en la que se capta la psicología del personaje, y a partir de ahí empieza a desconstruir el personaje". Ello lleva a una serie de cuadros en los que "la pincelada, el volumen y el claroscuro se pierden y da paso a lo lineal, y se puede percibir su gran maestría con el dibujo".
A finales de 2008 el artista, "profundamente religioso y espiritual", aporta una carga social a sus cuadros, y en 2011, cuando está fechada la obra más tardía de la exposición, "se reconcilia de nuevo con el cuerpo y lo individualiza, pero en vez de darle una luz corpórea, un volumen y el claroscuro conocido, lo llena de luz, y hace una introspección del individuo a través de esa luz", ha apuntado la comisaria.
Francisco Hernández (1932-2012) representó a España en dos ocasiones en la Bienal de Venecia, fue Premio Nacional de Dibujo y su obra está presente en colecciones como las de los museos de Arte Contemporáneo del Vaticano, el de Arte Moderno de Milán (Italia) y la Institución Buckley en Connecticut (EEUU).