Han pasado ya siete días, pero A. R.H. el agente jubilado de 70 años atacado por los encapuchados que impidió que estas personas lanzaran un cóctel molotov al interior del convento de Santa Rita está “tocado” física y psicológicamente. Tiene molestias -el viernes mismo tuvo que volver al hospital- y le cuesta conciliar el sueño. Luce magulladuras y rasguños en los tobillos, rodillas y la coronilla y un corte de 16 centímetros en el abdomen que pudo dejarle en el sitio tras ser acuchillado por uno de estos sujetos. “Tuve suerte”, asegura, consciente de que “he vuelto a nacer”.
Unas circunstancias que unidas a la experiencia a lo largo de treinta años de servicio son las culpables de que ahora lo pueda contar. La veteranía jugó a su favor cuando puso los antebrazos y las manos para defenderse cuando uno de ellos le pinchó en la barriga. Afortunadamente el corte no pasó a mayores. Automáticamente se puso a gritar y fue entonces cuando estas personas salieron huyendo al oir al agente, natural de Jaén, gritar “Aquí, compañeros, aquí. Pensaron que llegaban policías. La intención del exagente agredido pese a la confusión y lo rápido que ocurrió todo tuvo el efecto que buscaba. Pero tiene claro que iban a por él y que los autores de este suceso “no son unos gamberros, eran islamistas radicales, iban a rematarme”, señala. Él mismo llamó al 112 narrándole lo ocurrido y tras ser trasladado a una clínica privada de la que salió por su propio pie a las tres y media de la madrugada decidió no decirle nada a su esposa “para no asustarla” hasta que llegara a casa. “Le dije que me había hecho un esguince y que me estaban viendo en la clínica”, y cuando salí fui con mis compañeros a recoger el coche, que lo tenía aparcado muy cerca de donde ocurrió todo. No fue hasta a la mañana siguiente cuando le contó a su mujer lo que había pasado, desbordado por las llamadas y la expectación mediática que había en torno a él. Toda su familia se ha llevado un buen susto.Nunca antes cuando estuvo activo, aunque intervino en graves incendios y “salvé la vida a varios niños” sufrió una agresión con arma blanca pese a estar en la calle.
Ahora va a necesitar también el apoyo de un psicólogo para superar lo ocurrido y ya se ha puesto en sus manos. Tiene ansiedad y lo que quiere es superarlo y olvidar todo cuanto antes. Estos días también va a ir a visitar al agente de la Policía Local de Puerto Serrano que ha perdido un ojo tras una brutal agresión en la propia Comisaría de la localidad serrana. “Si no nos apoyamos los compañeros entre nosotros quiénes nos van a apoyar, los altos mandos?”, concluye.
Jerez
El policía atacado: “Tuve suerte. Me iban a matar”
Está tocado física y emocionalmente. “He vuelto a nacer”, asegura
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