Tiene razón el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, cuando afirma que los andaluces fueron “generosos” con el PSOE al dejarles que gobernaran Andalucía 37 años de manera ininterrumpida y que, por tanto, el PP se merece ahora la oportunidad de aplicar sus recetas porque las anteriores no sacaron a nuestra comunidad del furgón de cola de muchos indicadores socio económicos. Nada que objetar a esta afirmación de Moreno Bonilla en la pasada sesión de control al Gobierno en el Parlamento andaluz, pero de igual manera el presidente debería tener muy presente que los andaluces, que le han otorgado un caudal de apoyo electoral formidable, le volverán a examinar dentro de cuatro años por su gestión y no por repartir culpas, señalar agravios permanentemente y lanzar frases de marketing político que no se ajustan, en ocasiones, a la realidad que vive un porcentaje nada desdeñable de ciudadanos.
Los mensajes sobre el liderazgo social, económico y fiscal de Andalucía, repetidos machaconamente por el presidente y todo su consejo de gobierno, empiezan a chocar frontalmente contra las estadísticas oficiales y a chirriar en los oídos de muchos miles de andaluces que sufren diariamente. Bien haría el presidente y su equipo en contenerse en sus mensajes triunfalistas, propios de una euforia desmedida, que pueden volvérseles en contra si la gran mayoría de indicadores siguen reflejando exactamente lo contrario. Seguimos en el furgón de cola del paro, del PIB, 25 de los 30 pueblos más pobres de España con andaluces, hay 23.000 empresas menos desde que gobierna el PP, somos una de las comunidades que menos invierte en sanidad y educación, y no estamos convergiendo respecto al resto de España. Es cierto que no se puede considerar a los populares responsables de este panorama desalentador, pero también lo es que Moreno empieza a heredar su propia herencia y debe advertirse un cambio objetivo de tendencia para ver realmente la evolución con el gobierno del cambio.
Frases como “Andalucía lidera la recuperación económica de España”, “¿Por qué el Gobierno central quiere impedir el liderazgo social y económico de Andalucía?, “Andalucía viene a Bruselas no a pedir únicamente, como venía antes, sino a aportar” o “Es positivo que la presidenta del Parlamento Europeo conozca quien es Juanma” denotan una exageración hiperbólica del papel de Andalucía y de la figura del propio presidente, que alejan al gobierno de la Junta de un análisis real de la situación. Y la única manera de encontrar solución a los problemas, numerosos problemas que arrastra Andalucía, es reconocerlos y no ocultarlos bajo frases de marketing.
