Ojalá los trámites sean rápidos y pueda verlo con mis propios ojos”, afirmó con lógica incredulidad el pasado jueves Alberto, hijo de una de las 50.000 personas que fueron asesinadas por la represión franquista en Andalucía bajo de la firma o los gatillos inmisericordes de los generales Gonzalo Queipo de Llano y Francisco Bohórquez. Alberto, de 87 años, y otros miles de familiares de víctimas de estos dos criminales, aguardan esperanzados a que el Gobierno central, como ya ha manifestado, inicie los trámites para que los restos de militares franquistas no estén en lugares preminentes tras la aprobación definitiva, el pasado miércoles, en el Senado de la Ley Nacional de Memoria Democrática.
Y hasta que sean retirados los restos de Queipo y Bohórquez de la Basílica de la Macarena, donde están enterrados con honores, hay muchas preguntas que debemos hacerles a sus principales responsables: ¿Cómo Andalucía es protagonista de este hecho inaudito en la Europa democrática que ha eliminado cualquier mausoleo o sepulcro funerario de dictadores o asesinos que puedan herir sensibilidades de las víctimas de sus atrocidades? ¿Cómo la Junta de Andalucía, gobernada por los socialistas antes y ahora por los populares, han mirado siempre para otro lado? ¿Cómo el Ayuntamiento ha permitido que Sevilla sea protagonista de un anacronismo dictatorial? ¿Cómo el Obispado de Sevilla y el Consejo de Hermandades y Cofradías no han presionado lo más mínimo para acabar con esta deshonra para la Iglesia Católica? ¿Cómo la Hermandad de la Macarena incumplió su promesa de cumplir con la Ley de Memoria de Andalucía aprobada en 2017 y de motu proprio retiró los restos? Y la pregunta que más me cuesta responder: ¿Cómo no ha habido -no digo una rebelión de los hermanos cofrades de la Macarena- ni la más mínima voz, aunque fuera un verso suelto, de algún macareno o macarena que se avergonzase de rendir culto a las imágenes de su Cristo y su Virgen con ambos exterminadores presentes en el templo?
No logro entender como ningún cofrade, sea cristiano practicante o devoto simplemente de los pasos, no se sienta molesto con la crueldad infinita de Queipo que no sólo está bañado en sangre, sino que animó, a través de incendiarias y violentas arengas radiofónicas en Radio Sevilla, la violación de las mujeres del bando republicano: “Nuestros valientes legionarios y regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad y de paz también a sus mujeres. Esto está totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones”.
