Rocío Molina tuvo su primer contacto con la danza con tan sólo tres años y hasta ahora el baile ha sido el centro de su vida profesional La coreógrafa está en lo más alto de su carrera artística. Ha sentido en sus carnes el reconocimiento del público de todas las partes del planeta, también del mundo de la cultura, con la concesión del Premio Nacional de Danza en el año 2010 y Premio Max a la Mejor Coreografía en 2015, y el de su Málaga natal.
En este maremágnum de reconocimientos no hay que olvidar la experiencia que vivió cuando Mikhail Baryshnikov se arrodilla ante ella a las puertas de su camerino del New York City Center, tras la representación con atronador éxito de Oro viejo.
La bailarina, definida en su página web como “coreógrafa iconoclasta”, ha confeccionado con su cuerpo un lenguaje propio en el terreno de la danza a partir de la reinvención de la tradición flamenca.
Y este sábado, a partir de las 19 horas, la malagueña ofrecerá una muestra de su arte en el Centro Pompidou Málaga.
Rocío Molina regresará así el 26 de diciembre a su tierra natal, donde no actúa desde 2013 con un espectáculo que relacionará su interpretación vanguardista y libre del flamenco con la modernidad de este equipamiento cultural contemporáneo.
Esta primera actuación en la ciudad desde hace dos años será entrada libre y gratuita previa recogida de invitación ya disponibles en la recepción del Pompidou.
Las coreografías de Rocío Molina tendrán como escenario las salas del Pompidou y aprovechará esta incursión para profundizar en su larga relación artística con José Ángel Carmona y El Oruco.
