El presidente ruso, Vladímir Putin, ha cancelado los principales actos públicos previstos para fin de año. Ni discurso sobre el estado de la nación, ni rueda de prensa anual ni ceremonia navideña en el Kremlin. Los reveses en el campo de batalla le han convertido en un mensajero de malas noticias.
Según reconocen en el Kremlin, “Rusia es una fortaleza asediada y Putin es su comandante”, pero la realidad es que los acontecimientos en el frente ucraniano empiezan a influir peligrosamente en la agenda política.
Putin, que no suspendió ninguno de esos eventos durante la pandemia del coronavirus, sólo preside actos donde todo esté controlado hasta el último detalle como una entrega de medallas en el Kremlin o una sesión del Consejo de Estado, un soviet puramente consultivo.
MIEDO A UN ATAQUE UCRANIANO
Desde 2012 Putin se enfrenta todos los años durante unas cuatro horas a las preguntas de la prensa. Lo ha hecho sin falta desde que retornó al Kremlin tras un paréntesis de cuatro años como primer ministro (2008-12). Este año ha decidido romper con la tradición.
Con el conflicto de Ucrania en marcha, a buen seguro que algunas de las cuestiones de los corresponsales extranjeros aludirían a la complicada situación en el frente y a las humillantes retiradas rusas de las regiones de Járkov y Jersón.
En el menú de la prensa local habría también preguntas incómodas sobre la impopular movilización, los problemas con los suministros y la participación de reclutas en los combates. Putin tenía mucho más que perder que ganar.
Tendría que explicar lo inexplicable, es decir, que en vez de la victoria aplastante y la desnazificación ucraniana, a estas alturas del conflicto el enemigo ha recuperado la iniciativa y reconquistado parte de los territorios anexionados sobre el papel por Moscú.
Según el diario "Moscow Times", que cita fuentes en la Presidencia y el Gobierno, el miedo a una operación de sabotaje ucraniano similar a las perpetradas en Crimea y en aeródromos en territorio ruso inclinó definitivamente la balanza por la cancelación de todo acto que pueda minar la popularidad del jefe del Estado.
Putin habría tomado personalmente la decisión, ya que las fuerzas de seguridad no pueden garantizar que no se repetirá tal escenario.
VIOLAR LA CONSTITUCIÓN
La Constitución rusa de 1994 obliga al presidente a pronunciar todos los años un discurso programático sobre la gestión del Estado y los planes para el año entrante.
La anterior intervención de Putin ante la Asamblea Federal (Duma y Senado) data de abril de 2021, por lo que muchos ahora esperaban que se dirigiera a diputados y senadores con una agenda positiva en tiempos de sanciones y aislamiento.
Al Kremlin no le gustó ni lo más mínimo que la prensa estatal especulara sobre las fechas del discurso y su portavoz, Dmitri Peskov, les instó a dejar de “pronosticar el futuro en los posos del café”, aunque él mismo prometió en septiembre que la alocución tendría lugar este año.
En marzo de 2014 Putin aprovechó el discurso para anunciar la anexión de Crimea y en 2018 un programa de armamento hipersónico sin parangón capaz de burlar cualquier escudo antimisiles occidental.
Aunque algunos sugieren que la cancelación es anticonstitucional, Putin ni siquiera consultó dicha decisión con el presidente del Tribunal Constitucional, admitió esta semana el Kremlin.
Según los sondeos, más de la mitad de los rusos abogan por un arreglo pacífico del conflicto y, según fuentes independientes, es cada vez mayor el porcentaje de personas que consideran que Putin se equivocó al ordenar la intervención militar. Y es que la contienda ha repercutido en los salarios, el coste de la vida y los viajes al extranjero.
ELECCIONES EN 2024
Putin se ha centrado en las últimas semanas en inaugurar carreteras, yacimientos, rompehielos y otras infraestructuras. Se reunió con madres de soldados -todas vinculadas con el partido del Kremlin-, pero se resiste a decretar el fin de la movilización, aunque la Defensora del Pueblo reconozca que recibe decenas de denuncias diarias al respecto.
La prensa apunta que Putin tiene en mente las elecciones presidenciales de 2024. Nadie duda de que se presentará a la reelección -la reforma constitucional le permite seguir en el poder hasta 2036-, pero para ello tienen que resolver antes el problema ucraniano. Una derrota convertiría los comicios en un referéndum sobre su persona.
Ucrania cree que Moscú prepara una gran ofensiva para principios del próximo año con el fin de cambiar el signo de la contienda. La agenda de Putin en 2023 dependerá de su éxito.
Por no haber, este año ni habrá el tradicional partido de hockey sobre hielo que se celebra cada víspera de Año Nuevo en la plaza Roja con la participación de los principales altos funcionarios del país.