El tiempo en: El Puerto
Publicidad Ai
Publicidad Ai

Sevilla

Las plazas más emblemáticas han sido convertidas en escenarios al servicio del turismo

Un estudio de tres profesores de la Hispalense confirma la transformación sufrida por la Encarnación, El Salvador, la Magdalena, San Francisco y Plaza Nueva

Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
  • Un concierto en la Plaza de España. -

Las plazas como tradicionales lugares de paseo, encuentro, manifestación o ceremonia están siendo acomodadas o sometidas al creciente dominio de las prácticas de consumo y turísticas, lo cual repercute notablemente sobre la imagen, el sentido y la vinculación de los ciudadanos con estos espacios de gran significación social y extraordinario valor simbólico. En distinto grado, la creciente especialización turística está transformando paulatinamente a las plazas en espacios domeñados, es decir, en escenarios sometidos al servicio de dicha actividad. Esta es una de las conclusiones del estudio ‘Plazas domeñadas. Impactos de la turistificación sobre el espacio público urbano’, publicado en la revista Pasos por Auxiliadora Comendador Sánchez, Javier Hernández Ramírez y Enrique Santos Pavón, miembros de la Universidad Hispalense.

En las últimas décadas se observa que las ciudades más afectadas por el desarrollo turístico han experimentado un proceso de transformación de su espacio público que incide tanto en su imagen como en los usos y aprovechamientos, así como en los contenidos simbólicos tradicionales.

En este trabajo, los profesores citados analizan estos cambios que afectan al sentido y funcionalidad del espacio público entendido como “lugar”, es decir, como sitio colectivo de naturaleza multidimensional y compleja donde se expresa la vida y la diversidad social.

Dentro de los espacios públicos, la plaza se sitúa entre los lugares más sobresalientes y nítidos de expresión de lo social. Esto es evidente en las ciudades andaluzas, donde históricamente han desempeñado una función articuladora, estructurando los usos y jerarquías del espacio urbano, ya que en torno a estos lugares principales se han situado los edificios más relevantes, revelándose un orden decreciente a medida que nos alejamos de estos centros.

Asimismo, las plazas han actuado como ámbitos de encuentro cotidiano y extraordinario o ceremonial por ubicarse en su entorno bares, templos, peñas, casinos, mercados, etc. Esta centralidad ha contribuido positivamente a la generación entre la población de un sentimiento de identificación colectiva local como comunidad simbólica.

El objetivo principal del trabajo es identificar y analizar los impactos que la turistificación está produciendo en unos espacios públicos tan relevantes y significativos desde el punto de vista urbanístico y social como son las plazas de los centros históricos.

En lo que respecta al ámbito espacial, el trabajo se desarrolló en el centro histórico de Sevilla, focalizándose la investigación en cinco plazas con una ubicación central en relación con los itinerarios turísticos más habituales, a la vez que se trata de las de mayor valor simbólico para los ciudadanos.

Estas plazas presentan diferencias formales y funcionales, además de albergar distintos significados para sus usuarios, pero todas comparten una característica común: la palpable y creciente presencia de la actividad turística.

Los principales espacios.

En cuanto al ámbito temporal de la investigación, se ha analizado el período comprendido entre 2010 y 2022 por tratarse de una etapa en la que se ha producido un desarrollo turístico sin precedentes en la ciudad, hasta superar los tres millones de viajeros y las 65.000 plazas de alojamiento en el último año de referencia, al mismo tiempo que se han llevado a cabo cambios muy significativos en las plazas analizadas.

Los principales efectos de la turistificación en estas plazas emblemáticas de Sevilla son los que a continuación se exponen.

ESTETIZACIÓN Y MUSEIFICACIÓN

Uno de los rasgos esenciales de los destinos turísticos en la actualidad, incluidos por supuesto los de carácter urbano, consiste en la atención y el cuidado que se presta a los aspectos estéticos de los espacios donde se desarrolla la actividad. Este hecho deriva del convencimiento, por parte de los agentes del sector, de que el consumo turístico, recreativo, de ocio, e incluso cultural, está íntimamente ligado a la imagen y al atractivo físico que ofrecen los lugares y productos ofertados.

Una visita a cualquiera de las plazas analizadas pone de manifiesto, en primera instancia, la existencia de un conjunto de actuaciones dirigidas a su renovación y embellecimiento que, en gran medida, coinciden cronológicamente con la etapa de mayor crecimiento de la actividad turística en la ciudad. Dichas actuaciones han tenido como resultado cambios que evidencian diferentes niveles de profundidad, desde cosméticos o de carácter epidérmico hasta transformaciones estéticas que van más allá de lo superficial y que tienen un alcance estructural.

El fenómeno de la estetización, que por una parte puede tener innegables efectos positivos sobre el paisaje urbano, puede derivar también, en el sentido opuesto, en situaciones o fenómenos indeseables entre los que se destaca el de la banalización del patrimonio. En este sentido, sirva de botón de muestra, debido al gran impacto que genera, la utilización de una de las fachadas del ayuntamiento de Sevilla (la que da a la Plaza de San Francisco) como pantalla o telón de fondo de espectáculos de luz, sonido e imágenes (mapping) que alteran bruscamente el sentido original del edificio y desvirtúan su función simbólica como referente histórico local.

Otro aspecto conflictivo en relación con la intervención física sobre los espacios públicos y su estetización tiene que ver con el papel que juega la iniciativa privada en dichas actuaciones, las cuales, por su propia naturaleza, habrían de corresponder a la Administración pública. Entre las plazas analizadas encontramos un ilustrativo ejemplo de la enorme influencia que pueden ejercer los agentes empresariales en el diseño del espacio público de la ciudad: se trata del caso de la remodelación de la Plaza de la Magdalena y el protagonismo en dicha actuación del grupo inmobiliario-turístico Millenium.

El caso se resume en la firma de un convenio urbanístico entre la Administración municipal y el citado grupo Millenium (propietario de los hoteles Radisson Collection), por el que esta empresa asumió buena parte de las obras de reurbanización y renovación de la plaza. Esta contribución en términos financieros y ejecutivos implica poner en manos de la iniciativa privada la materialización del proyecto de remodelación de la plaza, lo cual potencialmente pone en riesgo el interés general del urbanismo y de los ciudadanos como consecuencia de que puedan prevalecer los intereses del grupo empresarial y su proyecto hotelero en la configuración final de la plaza (diseño de los accesos al establecimiento, reserva de espacio para veladores, elección del tipo de mobiliario urbano, etc.).

Como corolario del presente apartado se puede afirmar que, a mayor presencia de la actividad turística, mayor entidad adquieren las actuaciones de embellecimiento y estetización, tal y como se constata en las operaciones observadas en la Plaza de la Magdalena (en torno al Hotel Radisson Collection) o en la Plaza de la Encarnación (en torno al proyecto Metrosol Parasol). En ambos casos, las actuaciones de remodelación urbanística llevadas a cabo, tanto epidérmicas como estructurales, han sido guiadas en gran medida por los intereses de los negocios turísticos que actualmente predominan en estas plazas, afectando a la continuidad de los usos sociales tradicionales.

Este hecho revela que, tras los procesos de estetización, subyace una dinámica menos visible de gentrificación social y comercial que tiende a la exclusión de actividades preexistentes y de sectores sociales con menor capacidad económica, que quedan relegados o sometidos a la lógica del consumo turístico.

NUEVAS FUNCIONES ERGO NUEVOS SIGNIFICADOS

Las transformaciones producidas por la implantación o la intensificación de la actividad turística en las plazas van más allá de los cambios formales y estéticos, afectando de lleno a sus funciones y usos tradicionales. Un fenómeno que, en última instancia, tiene sus consecuencias más profundas en la modificación del significado social de estos espacios, es decir, en su transmutación simbólica y la pérdida acelerada de los rasgos que han conformado histórica y socialmente su identidad.

Una de las señales más evidentes de la reciente transformación funcional la constituye el desembarco de potentes operadores hoteleros en estos enclaves tan significativos.

El caso del Hotel Radisson Collection Magdalena Plaza resulta un ejemplo paradigmático del proceso de hotelización señalado, puesto que la plaza donde se ubica ha adquirido con él una nueva función con carácter protagónico que ha transformado no solo su imagen y su actividad, sino muy especialmente su significado para la población local.

Así, los ciudadanos perciben ahora la Plaza de la Magdalena como un nuevo enclave turístico del centro histórico, un lugar en el que han aparecido nuevos usos y
usuarios -la terraza del bar del hotel y los turistas-, y que ha pasado de ser un tradicional espacio de tránsito y de encuentro a erigirse en un lugar de consumo destinado principalmente a los visitantes.

No hay mejor definición para ello que algunas opiniones de los ciudadanos entrevistados, que de forma expresiva se quejan de que ahora “la plaza la acapara un hotel” o de que “tras la reforma lo que más llama la atención es el hotel y sus veladores”.

Otro caso que abunda en la tesis expuesta es el de la Plaza de la Encarnación, donde se ubican hasta cuatro edificios que han sido reconvertidos en hoteles, siendo especialmente significativas las obras ejecutadas para la apertura del Hotel Casa de Indias, un hotel boutique de 61 habitaciones que fue abierto en febrero de 2019.

El establecimiento se ubica en un magno y valioso edificio con fachada de estilo regionalista que estuvo durante muchos años en situación de total abandono, hasta que el Ayuntamiento de Sevilla lo expropió en 2007 y concedió el derecho de superficie al grupo hotelero Intur por un período de 30 años. Este hotel, junto al Abba Sevilla, el Welldone Metropol y el Palace Sevilla, a los que se unen el resto de los atractivos que como veremos más adelante ofrece este espacio, han transformado profundamente la imagen y el significado de la plaza, convirtiéndose desde 2011 en uno de los espacios de ocio y consumo más dinámicos del centro histórico.

El proceso de hotelización incluye otro de los fenómenos que con mayor fuerza ha irrumpido en el panorama del turismo urbano en los últimos 15 años: la conversión de las viviendas de carácter residencial en alojamientos de uso turístico-airbnbización. El crecimiento de este tipo de oferta en el centro histórico de Sevilla ha sido imparable durante la última década y ha llegado también por supuesto a las plazas y su entorno próximo.

El crecimiento de la oferta de alojamientos turísticos en viviendas resulta claramente constatable en la Plaza de la Encarnación, la Plaza Nueva y la Plaza del Salvador, donde numerosas viviendas y hasta edificios completos han pasado a engrosar las cifras de alojamiento turístico de la ciudad.

Alojamientos turísticos de la Encarnación.

En las plazas prácticamente han desaparecido los antiguos comercios y tiendas que ofrecían productos y servicios variados (ropa, calzado, artesanías, juguetes, etc.), dando paso a la apertura en esos mismos locales de tiendas de souvenirs, establecimientos de comida rápida y take away y, sobre todo, nuevos bares, restaurantes y cafeterías orientados a una clientela turística o con elevado poder adquisitivo.

En cualquier caso, se trata de procesos que se extienden a buena parte del caso histórico y que generan una serie de tensiones sociales y económicas que tienen su reflejo en la aparición de colectivos críticos con los procesos de turistificación de la ciudad.

APROPIACIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO

Posiblemente, uno de los fenómenos más evidentes y a menudo conflictivo que afecta a muchas plazas de los centros históricos lo constituye la ocupación del espacio público por las terrazas de veladores. Un hecho que se enmarca en el contexto de creciente baretización y gourmetización de la ciudad turística. Con estos atrevidos términos se trata de poner de relieve la incesante apertura de nuevos bares, restaurantes, cafeterías o heladerías en las zonas de la ciudad en las que las actividades económicas tradicionales han dejado paso al dominio del negocio turístico.

Aunque la práctica de instalar terrazas de veladores no es un fenómeno nuevo y constituye una tradición arraigada en Sevilla, los episodios de ocupación masiva del espacio público son relativamente recientes y se deben básicamente a dos razones bien distintas pero que tienen consecuencias similares:

a) la existencia de una política municipal favorecedora de la expansión de los negocios de hostelería y restauración, y guiada, en buena medida, por el afán recaudatorio en materia de concesión de licencias (cobro de tasas municipales);

b) la ocupación abusiva del espacio público por parte de muchas terrazas como consecuencia de la debilidad de los sistemas municipales de control e inspección sobre su ubicación, dimensiones y elementos que las componen.

La combinación de ambas circunstancias da lugar a situaciones de invasión del espacio público por parte de las terrazas, que se han extendido aceleradamente por las plazas del centro histórico, produciendo incomodidades e imponiendo limitaciones que afectan principalmente a los viandantes.

En (la Plaza de la Encarnación) el turismo sí que se erige en protagonista y en factor determinante de su actual configuración. La plaza está literalmente copada por establecimientos con terrazas (se han contabilizado un total de 30), los cuales dan servicio tanto a la población local como a los turistas atraídos por el neomonumento conocido como Las Setas. Así, este espacio se erige en un carrusel de bares y restaurantes que ejemplifican perfectamente un modelo productivo basado en la primacía del ocio consumista y el turismo, a la vez que pone de relieve un modelo urbanístico caracterizado por la sustracción del espacio público a los ciudadanos en beneficio de los negocios de hostelería y restauración.

En el caso de la Plaza de la Magdalena, las primeras y únicas terrazas autorizadas hasta el momento pertenecen al hotel recientemente inaugurado y que ha sido pieza fundamental en la transformación de la plaza. En este caso, la apropiación del espacio público ha venido de la mano de la actividad turística y más concretamente del hotel, que ha contribuido en términos financieros a la remodelación urbanística de la plaza a cambio de su protagonismo en la operación y la obtención de réditos (la autorización de dos terrazas de veladores adosadas a su fachada principal).

EVENTIZACIÓN

Con la expansión del turismo en Sevilla, se han multiplicado sustancialmente los usos de los espacios públicos con destino a la celebración de eventos de todo tipo. Esto supone una transformación temporal, pero en todo caso significativa, de las plazas, las cuales, además de funcionar como lugares preferentes para las fiestas locales tradicionales, constituyen hoy el escenario idóneo para la celebración de una variada oferta de ferias, conciertos, encuentros, actividades deportivas, conmemoraciones y espectáculos.

Con independencia de su carácter público o privado, los eventos celebrados en las plazas estudiadas se caracterizan por su variabilidad temática. Sin ser exhaustivos, podemos decir que van desde conciertos, conmemoraciones, celebraciones y exhibiciones hasta encuentros gastronómicos, ferias de productos, pasarelas de moda, espectáculos de luz e imágenes e incluso campeonatos deportivos. Paralelamente, esta oferta formal de espectáculos públicos y privados, que toman las plazas ocupando casi siempre amplios espacios donde instalan equipamientos como carpas, tenderetes, casetas, expositores…

Como resultado, el paisaje urbano de las plazas acaba convirtiéndose en marco permanente para lo escénico y en lugar de divertimento. Allí las iniciativas públicas y privadas se afanan por crear las condiciones para que vecinos y visitantes puedan vibrar y sentirse deslumbrados ante espectáculos que despliegan las tecnologías de la imagen y el sonido más avanzadas, las cuales pueden llegar a utilizar como telón de fondo los monumentos históricos, banalizándolos.

Asimismo, los organizadores tratan de generar espacios que animen al consumo de productos tanto locales como foráneos, e incluso llegan a recrear escenarios ajenos y descontextualizados donde, por ejemplo, son representadas fiestas extranjeras (como mascaradas italianas) o son instaladas estructuras singulares propias de otras culturas y zonas climáticas (carruseles franceses, pistas de hielo). Este conjunto de actividades sucesivas desterritorializan las plazas y las transforman en lugares indiferenciados dentro del universo de las urbes turísticas globales.

Principales eventos.

NEOMONUMENTALISMO

Entre las estrategias de singularización urbana más frecuentes en el escenario turístico internacional destaca la construcción de nuevas arquitecturas caracterizadas por su espíritu innovador y efectista. El fenómeno, que denominamos neomonumentalismo, consiste en la erección de edificios y equipamientos espectaculares que modifican radicalmente la imagen de determinadas zonas y funcionan como una especie de photo call turístico, pues su objetivo es atraer la visita de turistas y profesionales creativos, que despierten además el interés de inversores y emprendedores.

A menudo, estas peculiares estructuras arquitectónicas son ubicadas en espacios céntricos de la ciudad, tal como ocurre en Sevilla, donde la plaza de la Encarnación acoge al edificio bautizado como Metropol Parasol y rebautizado popularmente como Las Setas, debido a su peculiar estilo fungiforme.

Las Setas han sido incorporadas por los responsables públicos y privados a la imagen de la ciudad como el nuevo emblema local, apareciendo en la publicidad turística asociadas con los monumentos históricos más representativos con los que establece un difícil diálogo de estilos, volúmenes, alturas y texturas.

Desde el discurso público y del sector turístico se resalta que el neomonumento genera en su entorno un nuevo paisaje urbano donde domina un ambiente cool, bohemio, abierto, tolerante y festivo. Se indica, además, que este nuevo espacio constituye la plataforma ideal para la instalación de nuevas industrias culturales (salas de conciertos, centros de interpretación, teatros, auditorios, etc.), así como para la creación y la innovación, lo que lo convierte en un foco de atracción de especialistas de la expresión artística, emprendedores e inversores con capacidad para canalizar flujos culturales y económicos que circulan por todo el planeta.

Sin embargo, la investigación revela que Las Setas no han producido el anunciado efecto Guggeheim, es decir, no han generado un espacio cosmopolita de explosión creativa, ya que en su entorno no se ha materializado una oferta urbana de novedades culturales globales (espectáculos, conciertos, ambiente post-bohemio o hípster, vida nocturna, gastronomía foodie, exposiciones, eventos…) orientada a consumidores cosmopolitas tanto foráneos como locales.

Por el contrario, lo que se ha desarrollado es un tipo de turismo alejado del deseado modelo creativo glocal, pues allí lo que se produce es una clara segmentación de la oferta y de las prácticas en las que se embarcan nativos y turistas. Los primeros suelen hacer uso de los bares franquiciados situados alrededor del neomonumento, así como de los establecimientos comerciales del entorno, mientras que los segundos se dirigen a la oferta explícitamente turística, formando colas para adquirir el boleto que les permite visitar el sitio arqueológico musealizado, así como la atalaya que ofrece el mirador desde la que fotografiar la ciudad.

En definitiva, el ocio, la restauración y el turismo son los tres pilares de Las Setas, pero constituyen ofertas segmentadas. El resultado ha sido la generación de una zona donde se reproduce el modelo convencional de turismo cultural de masas, el cual es muy distinto de la propuesta de ciudad creativa.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN