Una investigación desarrollada por miembros de la Universidad Hispalense sobre el yacimiento arqueológico de Cerro Macareno, enclavado en La Rinconada (Sevilla) y conformado por dos promontorios resultantes de la destrucción parcial de un cabezo para su explotación como cantera en los años 60 y 70, destaca "el alto potencial científico" de dicho lugar, "la buena conservación" de sus fases constructivas, "especialmente las de la II Edad del Hierro"; y sus posibilidades de puesta en valor "para su disfrute por la población".
El estudio en cuestión se titula "Cerro Macareno: Nuevas investigaciones en un yacimiento paradigmático del Guadalquivir protohistórico", contando con la firma de los miembros del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla Francisco José García Fernández y Pedro A. Albuquerque; y de Livia Guillén Rodríguez, del Grupo de Investigación PAI-HUM 152 de la Hispalense, que gira en torno a la temática "De la Turdetania a la Bética".
En este trabajo, editado en 2020 y recogido por Europa Press, sus tres autores exponen que el enclave de Cerro Macareno, situado en la margen izquierda del Guadalquivir, en un altozano junto a un antiguo cauce del río por el que discurre actualmente el arroyo Almonázar; es "uno de los yacimientos protohistóricos más importantes de Andalucía Occidental y uno de los más conocidos en la investigación a nivel nacional e internacional, como caso paradigmático de la introducción de las formas de vida urbana en el sur de la Península durante la Edad del Hierro".
Empero, precisan que este yacimiento cuya cronología recorre el periodo comprendido entre los siglos octavo y primero de la era previa a la actual, aunque con signos de una ocupación más prolongada en algunos de sus sectores o al menos frecuentación en época romana; no había sido objeto de nuevas intervenciones científicas de calado "desde las excavaciones llevadas a cabo a mediados de los años 70".
Fruto de un convenio firmado entre la Universidad de Sevilla y el Ayuntamiento de La Rinconada, según recuerdan los autores de este estudio, en 2017 fueron reanudadas las investigaciones en el enclave "coincidiendo con el 40 aniversario de la última excavación realizada por Manuel Pellicer", prestigioso arqueólogo, profesor de la Hispalense y catedrático emérito fallecido en 2018.
PROSPECCIONES, LIMPIEZA SUPERFICIAL Y ESTUDIO GEOFÍSICO
Así, la campaña inicial de investigación de la que deriva este trabajo consistió en una prospección superficial de las dos elevaciones principales del enclave y su entorno inmediato, el levantamiento planimétrico del yacimiento, la limpieza superficial de una serie de perfiles del mismo específicamente seleccionados, la documentación de las estructuras emergentes y un sondeo geofísico.
Todo ello, para "revisar la cronología del asentamiento y de sus distintas fases de ocupación; definir e interpretar los niveles constructivos tanto a nivel arquitectónico como funcional, así como identificar y analizar otros tipos de estructuras, especialmente las industriales y de almacenamiento; (...) diagnosticar el estado de los restos y explorar las posibilidades de investigación, conservación y puesta en valor".
El resultado de tal campaña de investigación, según se refleja en el trabajo, "confirma la secuencia ocupacional establecida por las excavaciones anteriores, aunque con algunos matices". "Nada parece desmentir el inicio del hábitat en un momento indeterminado del siglo VIII ni su final a inicios del siglo I a.C. No obstante, encontramos evidencias de ocupaciones posteriores, de época romana y medieval, aunque en ningún caso de entidad", precisan los autores de este estudio.
LA DIVISIÓN FUNCIONAL
Además, los resultados obtenidos ratifican "la organización en áreas funcionales propuesta en los años setenta", pues "el hábitat parece concentrarse principalmente en la elevación oriental, mientras que las estructuras de carácter industrial se disponen en la elevación occidental".
Igualmente, estos investigadores no descartan totalmente que el "posible muro o línea divisoria que atraviesa la elevación hacia el norte" tuviese una "función defensiva", aunque "su escasa potencia y la presencia de estructuras al otro lado del mismo invitan a pensar (...) que debió tratarse más bien de una compartimentación interna de este sector" del asentamiento.
Entre sus conclusiones, estos investigadores destacan que los trabajos han puesto de relieve "el alto potencial científico que aún alberga Cerro Macareno: la profundidad y continuidad de los niveles arqueológicos; su linealidad cronológica y su coherencia con la secuencia cultural del Bajo Guadalquivir protohistórico".
En esa línea, señalan "la buena conservación de las distintas fases constructivas, muy especialmente las correspondientes a la II Edad del Hierro; así como el potencial informativo de sus estructuras (...), no sólo de cara a avanzar en el conocimiento arqueológico de este periodo histórico, sino también para plantear las estrategias de conservación y puesta en valor más adecuadas para su disfrute por la población, tal como se prevé en las siguientes fases del proyecto".