Lo llamaban
El profeta y un día se puso a vender libros en la Plaza del Rey. Era la forma de dicir el mundo que quería trabajar, pero el negocio o funcionaba. Y lo demostraba con muchas otras actividades con las que intentaba sobrevivir.
Luego lo llamaron Antonio El Loco VIDEO.
Antonio Gálvez López en realidad no era ni una cosa ni otra. Era otro ejemplo más de una persona expulsada de la sociedad sin que se conocieran los motivos.
Eso sí; para sentarse cerca, escuchar sus “locuras” y sus “profecías” y presumir de elocuencia y conocimiento, nunca estaba de más tenerlo allí. También había otros que se acercaban porque era agradable su compañía, sus locuras, sus reacciones, sus deducciones…
No ha estado sólo o al menos en los primeros signos de su enfermedad y fue ingresado en San Vicente de Paúl y en la residencia Vitalia cuando las cosas se pusieron mal.
Había dejado atrás la casetas bajo el Puente Zuazo y terminó finalmente en el hospital. Ha fallecido con dignidad diciéndole -quizá- a a vida:
-¿Tengo razón o no? Po claro.