La investigadora postdoctoral Melissa García Caballero, natural de Montecorto y doctora en Biología Molecular y Bioquímica por la Universidad de Málaga, ha recibido una prestigiosa Beca Leonardo, en la categoría de Biomedicina, que concede la Fundación BBVA a jóvenes creadores e investigadores en diversas áreas.
La joven investigadora admite sentirse sorprendida, ya que desconocía la gran competitividad que existía respecto a estas ayudas, y a nivel nacional siete proyectos optaban a la financiación que finalmente recibirá para desarrollar un proyecto en 18 meses. García Caballero pretende aplicar un modelo que desarrolló hace años en su tesis postdoctoral: “Consiste en reproducir una especie de tumores de melanoma y ver el papel de las células linfáticas y las células del sistema inmune. Todo esto, en teoría, es bastante novedoso y puede abrir puertas a la identificación de nuevas dianas moleculares. Podemos incluso probar fármacos, saber si podrían poner freno a esa invasión metastásica”.
La serrana admite que buena parte de los elementos con los que trabaja en sus investigadores llevan asociados un coste importante: “Desde un kit o anticuerpos, que es la herramienta básica de biología molecular son bastante costosas en general. En mi caso el mantenimiento de ratones, y la secuenciación de células, porque tanto los reactivos que se utilizan para extraer el material genético de las células, requieren una tecnología que pretendo aplicar y supone un coste elevado”.
García, que también recibía el Premio Andaluz del Futuro en la modalidad de Ciencia el pasado mes de marzo, reconoce con respecto a la pandemia de COVID-19 que “hemos tenido que llegar hasta este punto para darnos cuenta de que la ciencia es importante”. “Existía un grupo que estudiaba el coronavirus y, por falta de recursos, no se ha podido avanzar en ese estudio como se hubiese querido. Sin ciencia no hay futuro, porque han sido muchas las vidas que se ha llevado la pandemia, y si se hubiera invertido más en ciencia quizá se habría evitado o frenado. Desde aquí aprovecho para hacer el llamamiento de que hay que invertir en ciencia, es algo que debe ser prioritario en cualquier país”, reflexiona.
La investigadora tuvo la oportunidad de formarse y trabajar en sus investigaciones en Bélgica durante siete años, donde pudo comprobar de primera mano la importancia que el gobierno daba a la investigación con respecto a nuestro país.
Incluso, tuvo la oportunidad de investigar el vínculo entre el COVID-19 y los vasos sanguíneos: “Empezamos a colaborar con gente del Hospital de Lovaina y de ciertos hospitales de Bruselas y también nos iban transmitiendo información sobre lo que veían en los pacientes. Se veía que el virus no estaba únicamente en el pulmón, sino que además existían partículas virales en el riñón, el corazón, y en los vasos sanguíneos, en el endotelio, que es lo que estudiamos. Pensábamos que el jefe estaba loco, que cómo era posible esa relación si se veía que las personas morían de insuficiencia respiratoria y al final efectivamente llevaban razón”.
Una prestigiosa publicación se hizo eco del estudio, que se había llevado a cabo en colaboración con el Hospital de Lovaina, y que mostraba “cómo el coronavirus podía afectar a las células endoteliales y producir toda esa alteración sanguínea, que además tenía repercusión en el edema pulmonar y en la insuficiencia respiratoria que se veía en los pacientes”.
“Espero que poco a poco estemos a nivel y cada vez se apoye a investigadores que estamos empezando nuestra carrera de forma independiente. No es fácil, la financiación no es como nos gustaría, y espero que vayamos mejorando y teniendo más apoyo por parte de instituciones públicas y privadas, en especial para los jóvenes investigadores que queremos montar nuestro grupo y venimos con muchas ideas, que se nos dé la oportunidad de llevarlas a cabo y desarrollarlas”, manifiesta.