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Punta Umbría

Soledad e hipocresía reinan en la competición oficial de Venecia

La soledad más extrema, el miedo, la hipocresía y la crítica pura y dura protagonizaron la segunda jornada de la competición oficial de la Mostra de Venecia, con dos películas tan interesantes como difíciles: The Road, de John Hillcoat, y Life During Wartime, de Todd Solondz.

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  • Ed Lachman (i), el director Todd Solondz (c) y Shirley Henderson (d). -
La soledad más extrema, el miedo, la hipocresía y la crítica pura y dura protagonizaron la segunda jornada de la competición oficial de la Mostra de Venecia, con dos películas tan interesantes como difíciles: The Road, de John Hillcoat, y Life During Wartime, de Todd Solondz.

Las dos películas han dejado buen sabor de boca en sus primeros pases, tras la decepción que supuso la apertura de la Mostra y de la competición por el León de Oro con Baaría, una floja y pretenciosa película del italiano Giuseppe Tornatore.

Frente a la historia de buenas intenciones de Tornatore, John Hillcoat y Todd Solondz han traído a Venecia dos películas duras, aunque de estilos y objetivos diferentes, bien rodadas e interpretadas, con menos parafernalia publicitaria y mucho más cine que mostrar.

Basada en una novela de Cormac McCarthy, The Road es una historia apocalíptica, dramática y sin esperanzas, la de un hombre (Viggo Mortesen) que huye de un mundo casi desierto y tomado por bandas de delincuentes en un recorrido desesperado hacia ninguna parte, con el único objetivo de salvar a su hijo.

Una historia de miedo en estado puro, el de un padre que teme –aunque a veces desee– la muerte de su hijo en un mundo en el que no quedan oportunidades ni apenas vida.

Y también de la soledad que siente ante la falta de su mujer (una Charlize Theron que se convierte en la imagen de un pasado con esperanza) y de cualquier otro ser humano en el que poder confiar.

Con una excelente fotografía del español Javier Aguirresarobe, una música profunda de Nick Cave y unas creíbles interpretaciones de Mortesen y, especialmente, del niño Kodi Smit-McPhee –que recuerda y mucho al Lukas Haas de Witness(Único testigo)–, la película carece sin embargo de tensión.

Una tensión difícil de conseguir dado el más que evidente desarrollo de una historia abocada a un final inacabado y dramático, pero que lastra la evolución de un filme que podía haber sido redondo.

Un problema que suelen tener las adaptaciones cinematográficas de novelas de peso y, en este caso, tan complicadas como son las de McCarthy, cuya obra No es país para viejos fue llevada el cine con éxito por los hermanos Coen.

Frente a la dureza de The Road, otra película en competición menos dura en apariencia pero con un trasfondo terrorífico se vio ayer en Venecia.

Life During the Wartime es el último trabajo de Todd Solondz, que con esta historia parece tomar el testigo de su cinta más reconocida, Happiness (1998).

Crítica, ironía, hipocresía, odio, amor, necesidad y también soledad son algunos de los elementos que aparecen y desaparecen por esta película.

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