Estanislao Naranjo Infante, nieto del padre de la
patria andaluza, es un hombre paciente. Durante sus primeros doce años, aguardó a que la tía Luisa le permitiera
trastear en el armario que, cerrado con doble llave, contenía la obra de su abuelo. “
Hasta que murió Franco -recuerda-, se hablaba bajito de Blas Infante en la casa de Coria del Río porque
la familia sufrió la represión”.
Ahora, que peina canas, asume igualmente que toca esperar a que se resuelvan otras dos cuestiones de suma importancia para quienes comparten el ilustre apellido. Por un lado, la
localización de los restos del ensayista, notario y político fusilado en la madrugada del 11 de agosto de 1936, solo dos meses después de que fuera aclamado como presidente de honor de la futura
Junta Regional de Andalucía tras la victoria del Frente Popular y recién iniciada la Guerra Civil con el golpe de Estado del 18 de julio. Por otro, la
anulación de la condena a muerte, respaldada por el Congreso de los Diputados recientemente.
“En
Pico Reja (la fosa de Sevilla donde se cree que está sepultado) hay más cuerpos de los que se prevía inicialmente; hay que hacer inspecciones de
ADN (Estanislao se prestó a facilitar una muestra para este examen) y cotejarlas. No se le puede puede imputar la tardanza en iniciar los trabajos a los especialistas,
la responsabilidad es política”, apunta. En cuanto a la cuestión jurídica, Naranjo Infante, abogado de carrera y profesión, presentó el recurso en el
Tribunal Supremo. “Tengo asuntos desde 2004” en el Alto Tribunal, de manera que
no espera una resolución rápida.
En cualquier caso no se resigna y se muestra muy crítico con los
errores del PSA y el PA, que no perdonan los andaluces, y la
“desactivación” del sentimiento andalucista llevado a cabo
por el PSOE durante sus 40 años de Gobierno en la comunidad. “Salvo (Rafael) Escuredo, ningún socialista creía en la autonomía”, sostiene. “A los demás”, apunta en referencia a País Vasco, Galicia y Cataluña, “se la regalaron; a nosotros, el PSOE con la UCD y CiU,
solo nos pusieron trabas”. En primera línea de la manifestación del 4 de diciembre de 1977 cuando todavía era un niño, asistió, conforme crecía, a la reducción de aquel movimiento identitario respaldado mayoritariamente por el pueblo, “a
l desayuno andaluz y tres o cuatro tonterías más” con los que se conmemora el 28F.
“La primera vez que la Junta de Andalucía
edita la obra de mi abuelo es en 2010 y el Centro de Estudios Andaluces ha comenzado hace tres años a llevar a cabo revisiones críticas de su legado”, lamenta.
La
división de los partidos de izquierda, que se disputan la bandera blanca y verde, y “el
error de interpretación de que el andalucismo es una prolongación de la lucha de clases” contribuyen igualmente a que
se diluya el andalucismo. Pero éste, remarca, “debe estar en todos los espectros políticos; se puede ser de derechas y andalucista; mi abuelo hizo un llamamiento
a todos los andaluces al margen de su extracto y condición”. En este sentido, valora los pasos dados por el PP, que ha abrazado, al menos, el regionalismo, al tiempo que alerta de la posición en contra de la autonomía de Vox y de la falta de referentes en las nuevas generaciones.
Por ello, Naranjo Infante mantiene una intensa agenda para
difundir las ideas fundamentales del padre de la patria andaluza. Hombre moderado, confía en volver a despertar la conciencia popular, porque continúa latente, pese a todo: “El andalucismo es más que una formulación política,
es una cultura que está por encima de la nación”.