Los refugiados rohinyás en Bangladesh recibieron este lunes con sentimientos contrapuestos el golpe de Estado militar en Birmania (Myanmar), porque aunque reconocen que ninguna toma de poder por la fuerza es buena, ven con cierta satisfacción la detención de la jefa de facto del Gobierno, la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, a la que culpan de las matanzas de 2017.
"Siento una sensación de alegría, porque Suu Kyi es en gran parte responsable del genocidio contra nosotros", aseguró a Efe Mohammad Jubair, líder de la Sociedad Arakan Rohinyá para la Paz y los Derechos Humanos, desde Kutupalong, el principal campamento de refugiados en Cox's Bazar, en el sureste de Bangladesh.
Hasta estos campamentos huyeron unos 738.000 rohinyás tras el estallido en agosto de 2017 de una campaña de persecución y violencia por parte del Ejército birmano en el país vecino, que la ONU calificó de ejemplo de limpieza étnica y un posible genocidio, algo que investigan las cortes internacionales.
"Violaron a nuestras madres y hermanas, mataron a nuestra gente, nos quitaron nuestras tierras y nos obligaron a vivir aquí en este pequeño refugio, pero ella (Suu Kyi) no hizo nada. Doy la bienvenida (al arresto y golpe militar). Lo voy a celebrar", afirmó Jubair.
Además, el líder rohinyá no cree que el golpe de Estado militar vaya a afectar al proceso de repatriación a Birmania de los refugiados, ya que considera que éste depende sobre todo de la comunidad internacional.
"Birmania no aceptará nuestro regreso sin la presión de la comunidad internacional. Un proceso judicial está en marcha. Una vez finalice, esperamos poder volver", sentenció.
CONTRA EL GOLPE DE ESTADO
Sin embargo, no todos los rohinyás comparte esta opinión.
Abdur Rahman, que solía impartir clases en Birmania antes de huir a Bangladesh, reconoció a Efe que "ningún golpe de Estado es bueno, no es bueno para ningún país", por lo que evitó celebrar lo sucedido hoy en su país natal.
El poderoso Ejército ya había gobernado Birmania entre 1962 y 2011, cuando se inició una transición controlada hacia la democracia, y en 2015, recordó el maestro, vio con "esperanza" la llegada al poder del partido de la Liga Nacional para la Democracia (LND), encabezado por la Nobel de la Paz Suu Kyi.
"Pero nada pasó (tras la llegada del LND). Por el contrario, nos convertimos en víctimas de un genocidio. Pero aún así manteníamos una ligera esperanza que ahora se ha esfumado y me temo que la situación empeorará", concluyó Rahman, que considera en estos momentos a la comunidad internacional como el único motor de cambio.
El ministro de Asuntos Exteriores de Bangladesh, AK Abdul Momen, se mostró también contrariado ante lo que está sucediendo en Birmania, ya que cree en "el principio de la democracia" y además, como país vecino, espera que prevalezca "la paz y la estabilidad".
"El proceso constitucional debe ser respetado en Birmania. Iniciamos con seriedad las negociaciones para el regreso de los rohinyás y ese proceso debe continuar bajo cualquier circunstancia", aseguró a Efe el ministro.
Hasta ahora han fracasado dos intentos de comenzar la repatriación debido a que los miembros de esta minoría, mayormente musulmana, se niegan a regresar hasta que Birmania les garantice la ciudadanía y la seguridad en su tierra natal.
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Sentimientos contrapuestos entre los rohinyás al golpe militar
Aunque reconocen que ninguna toma de poder por la fuerza es buena, ven con cierta satisfacción la detención de la jefa de facto del Gobierno
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