Brasil, segundo país más castigado por la pandemia, reportó un total de 43.332 muertes causadas por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, con 612 nuevos fallecidos en el último día, mientras que el número de casos confirmados ascendió hasta los 867.624, informó este domingo el Gobierno.
El Ministerio de Salud señaló en su boletín diario que en las últimas 24 horas fueron notificados 17.110 nuevos contagios de la enfermedad, que continúa su propagación por este país de 210 millones de habitantes que ha empezado a relajar las medidas de aislamiento, pese a que la curva aún está en fase creciente.
Este domingo, varias ciudades del país, como Sao Paulo, Brasilia o Porto Alegre, registraron manifestaciones de seguidores y detractores del presidente Jair Bolsonaro, en las que no se mantuvo el distanciamiento social recomendado por las autoridades sanitarias.
El número de pacientes curados subió hasta los 388.492, lo que representa casi el 45 % del total de infectados.
Brasil, epicentro latinoamericano de la pandemia, es el segundo país del mundo con más fallecimientos y contagios después de Estados Unidos, aunque la comunidad científica estima que las cifras son mayores debido al enorme subregistro que hay en el país suramericano.
Desde el 26 de febrero, cuando se registró en Sao Paulo el primer caso, el patógeno se ha expandido por todas las regiones del país y ya afecta al 82 % de sus 5.570 municipios, según datos de las Secretarías regionales de Salud.
El principal foco sigue siendo el estado de Sao Paulo, con 10.694 decesos y 178.202 contagios, seguido de Río de Janeiro, que registra 7.672 muertes y 79.572 casos.
También preocupa la situación en las empobrecidas regiones noreste y norte del país, especialmente en los estados de Ceará, Pará, Maranhao, Amazonas y Pernambuco.
Sin haber llegado aún al pico de la curva epidemiológica, muchos estados y municipios iniciaron este mes un plan de desescalada por fases, el cual ha sido criticado por especialistas sanitarios que alertan del peligro de un nuevo repunte.
Desde el inicio de la crisis, la reapertura de la economía es uno de los principales reclamos del ultraderechista Bolsonaro, que desdeña el peligro de la enfermedad, a la que califica de "gripecita", y considera un "crimen" las cuarentenas.
Sin embargo, algunas ciudades también se han visto obligadas en los últimos días a dar marcha atrás en sus planes de desescalada ante el rápido crecimiento de las hospitalizaciones.
Por otro lado, la Fiscalía brasileña anunció hoy que investigará las invasiones a hospitales para pacientes con la COVID-19 y las agresiones a profesionales sanitarios registradas recientemente.
El jueves, Bolsonaro, que ha insinuado que los datos del coronavirus están manipulados, animó a sus seguidores "a buscar una manera de entrar" en los hospitales públicos y grabar dentro con sus móviles para saber si están saturados o no.
Esa polémica se suma otra en torno a la divulgación de los balances que se originó después de que el Gobierno de Bolsonaro decidiera omitir las cifras consolidadas y pasase a informar apenas el número diario de decesos y contagios.
El Ministerio de Salud, comandado de forma interina desde mediados de mayo por el general del Ejército Eduardo Pazuello, después de que sus dos antecesores cayeran en un mes, volvió a publicar todas las estadísticas días después, obligado por un juez de la Corte Suprema.