Según reza la puerta de acceso a la Sala Capitular, Andrés de Vandelvira construyó este bello rectángulo de 14 por 7 metros en el año 1556. Sus pilastras jónicas, veinticuatro bellísimos nichos y tres grandes ventanales orientadas al levante, reúnen suficiente belleza para su contemplación sin necesidad de otra decoración.
Sin embargo, es de un gran valor artístico, el retablo, obra de Pedro Machuca, dedicado a San Pedro de Osma, que aparece en el centro. A ambos lados contemplados a San Pedro y San Pablo, en la parte superior, la Virgen del Manto y lo corona un medallón con Santa Marcela, portando el paño del Santo Rostro. En el friso bajo, se repiten los cuatro Padres de la Iglesia que podemos contemplar en la fachada principal de la Catedral. El mobiliario está compuesto por dos grandes armarios a ambos lados de la puerta, seguido de un banco corrido que se desplaza por los laterales, para terminar con el escudo de la Catedral a un lado y el del obispo don Sancho Dávila al otro. Allí los canónigos se reúnen todos los meses para tratar de resolver los problemas que se han presentado desde la última sesión. No dejéis de visitar esta maravilla del Renacimiento a la que se accede a través de una pasarela existente al fondo de la sacristía.