Los otros cuatro sublevados muertos -los hermanos Jairo y Abraham Lugo, Lisbeth Ramírez y Daniel Soto- fueron enterrados bajo medidas parecidas
El Gobierno venezolano enterró hoy, tras una semana de incertidumbre, sin atender los deseos de su familia y ante solo dos parientes, al policía sublevado Óscar Pérez, quien murió abatido el 15 de enero junto a seis integrantes de su grupo insurrecto en una operación de las fuerzas de seguridad.
Los restos mortales de Pérez -que según las actas de defunción murió, como cinco de sus compañeros, de un disparo en la cabeza- fueron traslados de madrugada al Cementerio del Este de Caracas procedentes de la morgue, donde familiares del piloto de la Policía científica habían reclamado el cuerpo toda la semana.
Como ya ocurriera ayer con los dos rebeldes del grupo que reposan en el mismo cementerio -José Díaz Pimentel y Abraham Agostini- las autoridades chavistas solo permitieron la entrada a la ceremonia a sus familiares más directos, en este caso a la tía y a la prima de Pérez.
Los otros cuatro sublevados muertos -los hermanos Jairo y Abraham Lugo, Lisbeth Ramírez y Daniel Soto- fueron enterrados bajo medidas parecidas en sus respectivos lugares de origen.
Sobre la imposición de las condiciones del funeral se pronunció la prima de Pérez, Maryori Perdomo. "Como ellos tienen más rango que uno ellos son los que mandan. Ellos lo decidieron así y nuestra palabra no tuvo valor. Querían evitar que la población viniera a apoyarle", dijo a periodistas en el camposanto.
"Toda Venezuela sabe quién es Óscar Pérez y qué quería para esta sociedad", agregó la joven, que dijo de su primo que fue "un héroe" que luchó por la "justicia".
Perdomo denunció que se les prohibiera usar sus teléfonos móviles antes y durante el entierro, y que se les negara el velatorio que pedían.
Una vez se fueron los militares, que mantenían alejados del sepelio a parientes menos cercanos de Pérez -cuya madre, esposa e hijos están fuera del país-, otros familiares y simpatizantes se desplazaron hacia el lugar de sepultura y lo cubrieron con una bandera venezolana y con ramos de flores.
Ante decenas de personas, un sacerdote ofició una misa en memoria del inspector, en la que reconoció "sus ideales de libertad y justicia" y recordó la importancia que daba a Dios en los vídeos que grabó desde la clandestinidad contra el chavismo.
Una mujer interpretó el "Ave María", de Schubert, y un hombre soltó al aire una cometa con la palabra "Libertad" escrita en ella.
Al cementerio acudió también la diputada opositora Delsa Solórzano, presidenta de la comisión creada por el Parlamento para investigar lo que críticos del Gobierno llaman "la masacre de El Junquito", en alusión al popular barrio de las afueras de Caracas donde fueron abatidos Pérez y las otras seis personas.
"No tiene que haber en el futuro ningún tipo de alteración a los lugares donde están enterrados los cadáveres", afirmó la diputada ante la posibilidad de que se manipulen los cuerpos para eliminar pruebas, como según medios locales ya se ha hecho con la demolición de la casa donde se encontraban Pérez y su grupo cuando fueron encontrados.
Otro de quienes se acercaron al camposanto fue Alfredo Romero, director de la ONG Foro Penal, que ofrece asistencia gratuita a víctimas de la represión y la violencia política en Venezuela.
Romero pidió que se esclarezca "si hubo o no una ejecución" o "un homicidio intencional" en la operación, en la que se utilizó armamento de guerra contra los alzados y donde según el ministro del Interior, Néstor Reverol, murieron también dos de sus uniformados.
Según Foro Penal, más de 20 personas -entre ellas la esposa del abatido José Díaz Pimentel, que lleva medio año en prisión- han sido detenidas en relación con el caso de Pérez y sus compañeros.
Óscar Pérez, de 36 años, se declaró en rebeldía contra lo que él denominaba "dictadura" del presidente venezolano, Nicolás Maduro, en junio del año pasado, cuando sobrevoló Caracas con un helicóptero de la Policía científica y llamó con una pancarta a la desobediencia civil.
En diciembre de este año, Pérez y sus hombres asaltaron un cuartel militar, en el que maniataron a los soldados sin provocar heridos, les recriminaron -como puede verse en el vídeo que difundieron- que siguieran sosteniendo al chavismo y pisotearon retratos del presidente Hugo Chávez y de Maduro, además de sustraer armas.