El presidente del partido islamista tunecino Ennahada, Rachid Ghannouchi, ha condenado "firmemente" este jueves el asesinato del político opositor izquierdista Mohamed Brahmi y ha descrito el suceso como "un cobarde asesinato destinado a minar la seguridad del país y arrastrarlo a la violencia".
"Este crimen se produce en un contexto de avances significativos en el proceso político tras la elección de las comisiones principales, la finalización del proyecto de Constitución y el consenso (entre los partidos) en la mayoría de los principales puntos de disenso", ha manifestado a través de un comunicado publicado por el partido a través de Twitter.
En el mismo, ha destacado que Ennahda considera el asesinato como "un crimen peligroso contra la revolución y la unidad nacional que obstruye el proceso de transición democrática" y ha solicitado a las autoridades que "hagan todos los esfuerzos posibles para arrestar a los responsables y llevarles ante la justicia".
Por último, Ghannouchi ha expresado sus "sinceras condolencias" a la familia de Brahmi y a su partido y ha pedido a la población "que preserve su unidad, solidaridad y moderación para abortar el plan de los criminales de destruir la experiencia democrática y la coexistencia".
Brahmi, antiguo líder de Echaab (Pueblo) y uno de los principales dirigentes de la izquierda, se había significado por sus duras críticas al partido islamista Ennahdha, al igual que Chokri Belaid, líder del Movimiento Patriótico Democrático Unificado, fuerza marxista y panárabe que forma parte del Frente Popular, asesinado el 6 de febrero en la capital.
Belaid había encabezado en los últimos meses una campaña de denuncias contra la presunta complicidad del partido islamista Ennahda y las Ligas de Defensa de la Revolución, que algunos opositores describen como el brazo armado del movimiento islamista.
Tras este último asesinato, un grupo de manifestantes ha prendido fuego a dos sedes del partido islamista en la ciudad de Sidi Bouzid, según testigos. La localidad fue la cuna de la revolución que derrocó a Zine el Abidine ben Alí en 2011.
Asimismo, miles de personas han salido a las calles para denunciar el suceso, siendo el epicentro de las protestas la sede del Ministerio del Interior, donde las fuerzas de seguridad han lanzado gases lacrimógenos contra los presentes para dispersar la manifestación.
La Policía tunecina ha utilizado asimismo medios antidisturbios en Sfax, donde cientos de personas han tratado de asaltar oficinas del Gobierno local, y Sidi Bouzid.