Este descapotable de cuatro plazas de Volkswagen es un vehículo fácil de conducir, lo que incita a disfrutarlo sin techo el mayor número posible de horas, con una mayor capacidad que la versión anterior y unas proporciones más dinámicas que lo convierten en un capricho útil.
Un descapotable siempre ha sido y será un capricho, lo que no implica que tenga que carecer de utilidad o que solo pueda disfrutarse en soledad o en compañía de otra persona.
Para muestra el Volkswagen Beetle Cabrio probado por Efe con el motor 2.0 TDI de 150 CV y el acabado Design.
Su condición de Cabrio le convierte en objeto de deseo, pero más por tener espacio para otros ocupantes, aparte del afortunado conductor y su acompañante.
La tercera generación de la versión convertible de "El Escarabajo (Beetle)" fue presentada mundialmente en el Salón del Automóvil de Los Ángeles en 2012.
Es 152 milímetros más largo (hasta los 4,278 metros de longitud) y 84 milímetros más ancho (1,808 metros sin retrovisor exterior) que el New Beetle al que sustituyó.
Otro cambio apreciable es que la altura del techo (de 1,473 metros) se ha reducido en 29 milímetros para dotar al Beetle Cabrio de unas proporciones más dinámicas.
También ha aumentado en comparación con la anterior generación el volumen del maletero, que ha crecido en 24 litros, hasta los 225 litros.
Estos cambios le sientan bien al Beetle Cabrio que es un fiel compañero para los 365 días del año por el buen trabajo de insonorización que han hecho los ingenieros de la marca alemana.
La capota electrohidráulica aisla bien del ruido exterior y de la climatología adversa, y se puede abrir y cerrar en 9,5 segundos en una fácil operación, en la que, al contrario que en otros deportivos, no hay que liberar ningún tirador.
Con solo pulsar un botón la capota se retira hasta quedar pegada a la parte de atrás de la carrocería de una manera silenciosa y cómoda.
Un pitido y un indicador en la pantalla que hay en el cuadro de relojes informan de que la operación de puesta o retirada de la capota se ha realizado correctamente.
Al quedar por fuera, como se ha indicado anteriormente, no resta espacio al maletero, en el que caben dos maletas del tamaño exigido para la cabina de los aviones.
La boca de carga es un poco angosta, lo que en parte dificulta el proceso de colocación de los bultos.
Al contrario que en el New Beetle Cabrio, la banqueta trasera puede abatirse gracias a un sistema antivuelco de nuevo desarrollo.
Este descapotable es un vehículo fácil de conducir, lo que incita a disfrutarlo sin techo el mayor número posible de horas a pesar de que la climatología de Madrid, de rápidos y duros cambios y contrastes, no es la más apropiada para ello.
Con los cristales subidos las corrientes de aire no se notan en exceso en el interior de este cuatro plazas y se puede mantener una conversación en marcha sin forzar la voz hasta los 100 km/h.
A ello ayuda la inclinación del parabrisas que protege bien a conductor y acompañante y no molesta a personas de 1,80 metros, que gozan de buen espacio interior.
Volkswagen también ha pensado en la capota y ofrece una pieza que la mantiene recogida y la protege de las inclemencias del tiempo o de las aves.
El comportamiento que tiene en recta y curva es bueno debido a una rigidez torsional que evita crujidos o grillos cuando se circula por asfalto con falta de mantenimiento o en curvas cerradas.
La anchura de la que goza y una distancia de la carrocería al suelo apropiada transmiten estabilidad a la hora de circular.
El motor probado, el 2.0 TDI de 150 CV y caja manual de seis velocidades, es más que suficiente para este vehículo de algo más de una tonelada y media de peso.
La transmisión es fluida en los cambios de relaciones, con lo que es fácil aprovechar todas las posibilidades que ofrece este diésel, que permite tanto una conducción relajada como una dinámica para disfrutar del viento y los rayos de sol en la cara.
Empuja con fuerza desde abajo y es bastante elástico, con un sexta que permite rebajar los consumos. El gasto mixto de diésel homologado por la marca es de 4,7 l/100 km, que en la prueba realizada por Efe ha sido de 6,6 l/100 km.
El conductor va a encontrar un puesto cómodo, en el que todo le queda a mano y con un mullido de la banqueta que recoge bien el cuerpo, aunque le falta algo de agarre en curva.
Para una persona de 1,80 metros es fácil adoptar una postura correcta al volante, aunque ello le restará espacio a las rodillas del pasajero de detrás.
El acompañante tiene en su zona dos guanteras, lo que es de agradecer siempre en un descapotable. El Beetle además amplia los espacios para dejar objetos con un cofre central y con una bandeja situada debajo del equipo de climatización bi-zona.
Por encima de ella se sitúa la pantalla TFT desde la que manejar la radio, la navegación o las aplicaciones que llevemos en el teléfono móvil.
En la parte alta del salpicadero hay una capilla en la que hay tres esferas en las que consultar la temperatura del aceite y la presión del turbo.
En conjunto, Volkswagen ofrece un cabrio muy aspiracional con un diseño musculado y con guiños (como los faros redondos o la ubicación de la capota) a la primera generación del Beetle, el conocido como coche del pueblo.
Como todos los descapotables es un capricho por el que hay que desembolsar más de 31.000 euros.
Además, se puede personalizar con una larga lista de opcionales entre los que destacan los faros bi-xenón, iluminación LED de la matrícula, asientos delanteros térmicos y difusores de lavado delanteros térmicos automáticos o cámara de marcha atrás, entre otros elementos.
Las llantas no hará falta cambiarlas si se quiere ahorrar en la factura, ya que esta versión monta unas de aleación ligera Rotor de 17 pulgadas que le dan un toque deportivo al vehículo.