El ruido procedente del tráfico provoca tanta enfermedad como la contaminación atmosférica y una mejor planificación urbana y del transporte evitaría un 13% de la carga total de enfermedad en Barcelona, según un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal).
La investigación, publicada en la revista 'Environment International', se ha realizado a partir de una herramienta creada por ISGlobal, que ha estimado la carga de morbilidad y los costes económicos anuales que esto supone para la salud pública, comparando los niveles de exposición anuales de 1,36 millones de residentes de Barcelona de más de 20 años de edad.
Si se cumplieran las recomendaciones internacionales para el desarrollo de la actividad física, la exposición a la contaminación del aire, el ruido, el calor y el acceso a los espacios verdes, Barcelona podría evitar cada año casi 1.700 casos de enfermedades cardiovasculares, más de 1.300 casos de hipertensión, cerca de 850 casos de ictus y 740 casos de depresión, entre otros.
El ruido del tráfico contribuye con un 36% a la carga de enfermedad provocada por la planificación urbana y del transporte, un porcentaje superior incluso al atribuible a la contaminación del aire.
La ciudadanía de Barcelona está expuesta a una media diaria de 65,1 decibelios durante el día y de 57,6 durante la noche, cuando los niveles recomendados por la OMS es de 55 y 40, respectivamente.
La investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio, Natalie Muller, ha asegurado que el ruido del tráfico es "un problema de primer orden" para la salud que causa molestias y alteraciones del sueño, y ha remarcado que la exposición al ruido durante la noche es particularmente dañina.
La contaminación del aire contribuye con un 19% a la carga de enfermedad provocada en la ciudad por la planificación urbana y del transporte, y los barcelonese están expuestos a una media anual de partículas finas superior a la recomendada por la OMS.
El estudio señala que el 70% de los barceloneses no llega al mínimo de actividad física recomendado por la OMS, que estipula 150 minutos de actividad física moderada o 75 de alta intensidad por semana; que en verano se superan las temperaturas adecuadas para la salud, y que un tercio de la población no vive cerca de espacios verdes.
IMPACTO DE 20 MILLONES
La investigación también estima que la carga de enfermedad provocada por una mala planificación urbana y del transporte tiene un impacto económico de más de 20 millones de euros en costes para el sistema de salud.
El coordinador del trabajo, Mark Nieuwenhuijsen, ha asegurado que Barcelona no cumple con las recomendaciones internacionales, y que "se acostumbra a decir que Barcelona es una ciudad ruidosa, pero no se relaciona con la salud", considerando que es necesario actuar de forma urgente.
Ha considerado que la carga de enfermedad de Barcelona se podría hacer descender "de manera drástica" con dos medidas: la reducción del tráfico motorizado a través de la promoción del transporte activo, y el incremento de los espacios verdes.