Un estudio del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC), la Fundación Jiménez Díaz (FJD) y el Hospital Universitario de Salamanca ha demostrado que la respuesta inflamatoria del corazón humano ante un infarto es muy diferente a la que se pensaba hasta el momento.
El hallazgo, publicado en las revistas 'Circulation' y 'Circulation Research', derrumba un dogma clásico según el cual tras un infarto existía una reparación progresiva del miocardio, y podría cambiar el tratamiento futuro de esta dolencia cardiaca.
Durante décadas se ha asumido que, inmediatamente después de un infarto, se producía una reacción inflamatoria (caracterizada por un incremento del contenido de agua y células) en el tejido infartado y que ésta permanecía estable durante al menos una semana con una posterior desaparición progresiva.
Hace dos años este mismo equipo publicó una serie de trabajos en un modelo experimental donde se cuestionaba este viejo dogma pero en este trabajo, liderado por el cardiólogo Borja Ibáñez, han usado la tecnología de resonancia magnética más avanzada para demostrar que el corazón humano responde con dos reacciones edematosas muy bien diferenciadas y separadas en el tiempo.
El proyecto es el resultado de una línea de investigación que comenzó hace más de 10 años en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York (EEUU), que dirige el director del CNIC, Valentín Fuster, cuyo centro firmó hace dos años un acuerdo con la Jiménez Díaz para estudiar el músculo cardiaco tras un infarto agudo de miocardio.
Tras la demostración en 2015 de que existía una reacción inflamatoria bimodal en animales de experimentación, quedaba por demostrar lo más difícil, que en pacientes también ocurre esta reacción tan peculiar del músculo cardiaco.
Para ello necesitaban un entorno muy especial donde se pudieran realizar estudios de resonancia magnética inmediatamente tras abrir la arteria coronaria a pacientes que están sufriendo un infarto, algo que se puede realizar en pocos centros tanto por la tecnología necesaria, como por la logística tan compleja.
"Los pacientes con infarto acuden a cualquier hora del día o la noche, incluidos los fines de semana, y teníamos que realizar la primera resonancia magnética dentro de las 3 horas que siguen a la apertura de la arteria coronaria con un stent", ha explicado el jefe de Cardiología del Hospital Universitario de Salamanca, Pedro Luis Sánchez.
EL MODELO PORCINO DE INFARTO, EL MÁS PARECIDO AL HUMANO
Además de los estudios en pacientes, se ha utilizado el modelo porcino de infarto, el más parecido al humano. Y gracias a la infraestructura de investigación traslacional del CNIC, que incluye réplica de los equipos de imagen humana para estudios experimentales, se demuestra en estos trabajos que terapias aplicadas durante el infarto son capaces de cambiar la composición del músculo cardiaco durante las primeras horas tras la reperfusión y ello se traduce en una recuperación del corazón mucho más rápida.
El descubrimiento de la reacción bimodal del corazón humano, hace "replantearse" el momento en el que los ensayos clínicos deben realizar una resonancia magnética para cuantificar el daño irreversible de los pacientes y el efecto de terapias aplicadas para reducir este daño, según los autores.
"Hasta ahora existía una visión liberal y estos estudios de imagen cardiaca se realizaban en cualquier día post-infarto. Estos nuevos trabajos nos muestran que las resonancias magnéticas con este objeto deben de realizarse entre el día 4 y 7 post-infarto, momento en el que la segunda onda inflamatoria/edematosa es prominente y ocupa toda el área que estuvo sin riego sanguíneo durante el infarto", ha explicado Ibáñez.