Ahora, diez años después, las cosas han cambiado una enormidad. Aquí seguimos sabiendo que tú y mamá veláis por nosotros y por vuestros cinco nietos
Eran las 6.16 de la mañana de tal día como ayer hace ya diez años. Nos habíamos visto, como era habitual, la noche anterior. Había salido tarde del periódico porque estaba preparando el suplemento del seguro ascenso -¿cuántas veces me habías preguntado en las últimas semanas si de verdad tu equipo iba ascender a Primera?- del Xerez CD, pero fui a verte. A sentarme a tu lado, siempre a la izquierda de esa mesa que presidías con tu personalidad única a pesar de tus achaques. Tenías un buen aspecto, aunque sabía que la procesión iba por dentro como me habían indicado hacía un mes en el Hospital cuando te dieron el alta, y no parabas de insistir si ese sábado, ese día 13, iba a ser el del ascenso. Estabas nervioso porque querías ver al equipo al que habías seguido desde chaval en Primera. Pero no pudiste celebrarlo en vida, aunque seguro que lo hiciste desde esa atalaya de la gloria que tanto te mereciste. Y no pudiste abrazarme después del triunfo ante el Huesca porque ese día 10, a esa maldita hora, repiqueteó, casi con tanto nerviosismo como el que tú tenías, el teléfono. Era Carlota, tu mujer. Angelito vente que tu padre está muy mal, no respira ni nada. Ni siquiera me peiné, salí a por el coche, aparqué en sitio prohibido allá en la plaza del Progreso, vi la ambulancia y arriba, en la segunda planta, el final. O el principio. Ya no estabas en este mundo. Yacías en la silla de tu dormitorio. Dormido, inerte. Solo pude llorar, hacer la señal de la Santa Cruz y romperme por dentro como treinta y dos años antes me rompí entero cuando mamá nos dejó. Besé a Carlota, tu fiel compañera durante treinta años. “Se ha ido” me decía mientras se secaba las lágrimas. Luego, papá, te dediqué la crónica que jamás pensé escribir. Era la del ascenso a Primera, de un ascenso que no pudiste celebrar a mi vera. Ahora, diez años después, las cosas han cambiado una enormidad. Tú estarás hablando con mamá y, lo sé, los dos nos estáis echando una mano a Sole a mí y a tus cinco nietos. Del fútbol de Jerez ni te hablo. Nosotros seguimos hacia adelante, con más o menos sacrificio, pero sabiendo que te tenemos a ti y a mamá velando para que todo vaya bien. Os quiero.