Como cada año y ya son 25, Amiraui, la Asociación de Amistad de Jerez con el pueblo Saharaui, posibilita a niños del Sahara de hasta 14 años que, durante los meses de verano, puedan disfrutar de unas vacaciones en España con el proyecto ‘Vacaciones en paz’. Carmen Sánchez, madre de dos hijas, lleva siete años colaborando siendo familia de acogida, y recomienda esta experiencia, sobre todo a familias con hijos. “Los niños son muy agradecidos y se adaptan muy bien. Se crean vínculos muy bonitos y estamos todo el año en contacto”, explica.
“Nos encargamos de llevarlo al médico, de alimentarlo, comprarle juguetes y tratamos de hacerle disfrutar llevándolo, al zoo, a la feria, al Aquapark o a la playa”, explica sobre Brahim, el niño que tiene en acogida.
Cuando Carmen se inició en el proyecto, se traía a la hermana de Brahim, pero ya ha cumplido los 14 años y no puede venir. “Está muy contenta estudiando en Argelia, No hemos perdido la relación”. Con respecto a cómo se siente Brahim relata que “él está a gusto aquí, pero vienen muy concienciados de que esto son unas vacaciones y que tienen que volver. No vuelven tristes, tienen ganas de ver a sus familias”. Este año, el pequeño, además, ha tenido la suerte de poder compartir su estancia en España con sus sobrinos, Bay y Hasina, de 11 y 13 años respectivamente, que han viajado junto a él desde el Sahara.
Como resalta Carmen, todos salen ganando de esta experiencia. “Mis hijos aprenden mucho porque los saharauis son muy educados y generosos. Es una experiencia enriquecedora por ambas partes”. Llegaron a finales de junio y su marcha será a finales de este mes. Por ello, todos los años, el colectivo realiza una fiesta de despedida en la barriada de la Milagrosa, accesible para todos. La de este año, será el próximo viernes y todo lo que se recaude irá destinado a la asociación. “Se hace una tómbola, hay un escenario y vienen a tocar varios grupos de música”.
"Los lazos son fuertes y de por vida"
La presidenta de la asociación, Lola Villagrán relata la difícil situación que estos niños sufren. “Viven en campamentos de refugiados y en verano, son los meses más críticos. Es un descanso para ellos”. Reconoce que “se puede aprender mucho de ellos. Aportan unos valores, que por desgracia, aquí se fueron perdiendo. Valoran mucho la comida, el agua y tienen mucho respeto a los abuelos”, explica Villagrán, que viaja cada año al Sahara. “Una vez que los ves, los lazos son muy fuertes y son ya de por vida. Las madres se sienten muy satisfechas de nuestra labor”. Pero en Amiraui trabajan todo el año. En octubre, da comienzo el proyecto ‘Caravanas por la paz’, mediante el que se recogen alimentos y se envían en camiones. “Es una satisfacción muy grande y personal ya que nosotros las llevamos en persona”, concluye.
