El pasado miércoles arrancó la 68ª edición del Festival de Cannes con la proyección de la película francesa La tête haute (Con la cabeza alta), y parece que con el mismo título los responsables del certamen quieren hacer una declaración de intenciones, en un varios sentidos: se trata, por una parte, de una película muy alejada del tipo de cine con el que habitualmente se inaugura el festival; después de casi treinta años es la primera película dirigida por una mujer que inaugura el Festival de Cannes; y por otra parte, pone de manifiesto el marcado acento francés del certamen que va a presentar en su Sección Oficial más de siete películas del país.
La película, dirigida por la actriz Emmanuelle Bercot y presentada fuera de concurso, es un duro melodrama, muy equilibrado y con una gran sensibilidad, que sigue la vida de Malony, un delincuente juvenil, desde los seis hasta los dieciocho años, y los esfuerzos de una juez y un asistente social por reinsertarlo. Aunque Catherine Deneuve y Benoît Magimel están a la altura de lo que se espera de ellos, es el desconocido actor, Rod Paradot, que interpreta al joven Malony, el que ha sorprendido y ha atraído la mayor atención, por su matizada interpretación.
A lo largo de la semana se han podido ver varias películas interesantes, sin que ninguna haya conseguido, por el momento, deslumbrar a los espectadores. En Umimachi Diary, de Hirokazu Kore-eda, el sensible director japonés de películas como De tal padre, tal hijo o Milagro, cuenta la historia de tres hermanas que fueron abandonadas por su padre, y que tras su muerte, en el funeral, se encuentran con una hermana que no conocían, a la que acogen en su casa. Se trata de una película muy amable y agradable de ver, y excelentemente filmada, que aunque ha gustado al público y a los medios de comunicación, está por debajo de los que se esperaba del director. Il racconto dei racconti, supone el retorno del director italiano Matteo Garrone a la competición de Cannes tras su gran éxito con Gomorra en 2008. En este caso con un gran reparto internacional, encabezado por Salma Hayek y Vincent Cassel, adapta unos cuentos fantásticos del Siglo XVII que, a pesar de que incorporan elementos que recuerdan a los relatos de Grimm o de Andersen, sus grandes dosis de sangre, sexo y humor negro, alejan esta colección de cuentos del Universo Disney.
La primera obra del cineasta húngaro, Laszlo Nemes, Saul Fia (Son of Saul), es un sombrío retrato del Holocausto, ambientado en Auschwitz, en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, y centrado en un miembro de los Sonderkommandos, los trabajadores judíos que fueron obligados a ayudar en el asesinato en masa y la eliminación de los suyos, para retrasar sus propias ejecuciones por un breve espacio de tiempo. Sorprende su narrativa minimalista, llena de recursos sensoriales, muy alejada de los clichés hollywoodenses de los campos de concentración. The Lobster, primera película rodada en inglés del griego Yorgos Lanthimos, director de Canino y Alps, entre otras, y protagonizada por Colin Farrell y Rachel Weisz, es una surrealista sátira sobre el miedo a la soledad que, a pesar de su innegable originalidad, dejó muy desconcertada a la audiencia. Después de la crisis vaticana de Habemus papam, Nanni Moretti vuelve con Mia Madre, a universos más intimistas y cercanos a su trayectoria, con la historia de una cineasta que afronta la enfermedad terminal de su madre, en la mitad de un complicado rodaje. Aunque la película está impregnada de “Universo Moretti”, no alcanza la hondura ni la perfección de otras de sus obras como La habitación del hijo.
Gus Van Sant cuenta en The Sea of Trees, la historia de un viudo americano que se hace amigo de un hombre japonés, perdido en el famoso Bosque Aokigahara, cercano al monte Fuji y conocido como “el bosque de los suicidas”, y que deberán junto a él, el camino de salida del bosque y dar solución a sus problemas existenciales. Interpretada por Matthew McConaughey y Naomi Watts, podría suponer la segunda Palma de Oro para su director, tras Elephant, en 2003.
También, en estos días de festival, se han podido ver, fuera de competición, varias películas muy esperadas: Mad Max: Fury Road, de George Miller, retorno a la franquicia del director de los míticos originales de los años 80, una divertidísima e hiperviolenta película, que el viernes ya se estrenó en nuestro país y que está llamada a convertirse en una de las más taquilleras del año. La alfombra roja con sus protagonistas, una espectacular Charlize Theron y el actor en alza Tom Hardy fue una de las más espectaculares de esta edición, por el momento; la nueva y puntual entrega anual de Woody Allen, Irrational Man, una película que, con leves toques de humor, trata del tema del sentimiento de culpa producido por un asesinato. Se trata de un Woody Allen más cercano a Match Point que a las últimas películas que ha dirigido y que fue bien acogido por el público. La ópera prima como directora de la actriz Natalie Portman, A Tale of Love and Darkness, basada en una narración autobiográfica del escritor israelí Amos Oz, que cuenta la relación del escritor con su madre, interpretada en este caso por la actriz-directora, y que no alcanzó las expectativas que el tándem Portman-Oz hacían esperar.