Tiene menos de 10 días para evitar que el dueño del local lo eche tras 4 meses de impagos y se quede sin el sustento de su casa
Hace casi dos años Pedro Durán tuvo que hacerse autónomo “a la fuerza” tras ser despedido de una empresa de servicios industriales en la que llevaba trabajando casi siete años como conductor de camiones rígidos. Entonces, pensó que la mejor opción para mantener un sustengo para su casa, donde vive con su mujer y sus seis hijos, podría ser montar una tienda de alimentación. Lo hizo con el dinero de la indemnización del despido y el pago único del INEM.
Empezó de cero y abrió su negocio en la calle Ronda de los Viñedos, en el barrio de La Vid. Se decidió en plena crisis y con la ayuda de esposa, pero aunque las cosas iban más o menos regular, siempre intentó que a su familia “no le faltara de nada” y así fue hasta hace unos seis meses. Ahí empezaron los problemas. “Las cosas aflojaron bastante, tanto que, llevo cuatro meses sin poder abonar las mensualidades del alquiler del local”, relata.
Ahora el dueño de local comercial le reclama esta cantidad, 1.452 euros por tres meses de impago más el que está en curso si quiere mantener el negocio. Se lo ha comunicado esta misma semana. Tiene 10 días hábiles para pagar o irse. “No puedo irme sin pagarle porque sino me va a llevar a juicio, y tampoco quiero dejar mi negocio”. “Estando las cosas como están que no hay trabajo por ningún sitio y no tengo desempleo. ¿Qué puedo hacer?No tengo dinero para seguir con mi actividad”. “Lo poco que he ido ganando, haciendo cajas algunos días de 50 euros ha sido para dar de comer a mis hijos, y le he ido dando algo a cuenta pero muy poco”
Necesita más tiempo y que el propietario del local le permita pagar su deuda en más plazos para poder empezar otra vez de cero. “Sólo necesito 1.452 euros, no más”. Para ello llama a la solidaridad de los jerezanos, ¿cómo?yendo a comprar a su tienda de forma masiva estos días. “No pido limosna ni mucho menos lo único que pido es que vengan a la tienda y compren los productos que se encuentran allí para poder subsanar los problemas y seguir con mi actividad”. En su barriada hay dos establecimientos más no demasiado lejos, pero aunque él ha llegado el último, es optimista y cree que hay sitio para todos y que la cosa puede remontar a partir de ahora, siempre que lo haga sin deudas. Quiere otra oportunidad. Esta vez no puede quedarse en la estacada porque el poco dinero que tenía lo invirtió en este proyecto en el que trabaja con su mujer desde que perdió su empleo. Ahora ni siquiera tendría derecho al derecho al desempleo.