La Policía Nacional desarticuló el pasado jueves una red dedicada a la explotación sexual de subsaharianas, con varios detenidos en Algeciras, que utilizaba el vudú para extorsionar a las mujeres y obligarlas a prostituirse.
La operación se ha saldado con 17 personas detenidas en Madrid, Barcelona, Sevilla, Tarragona, Algeciras y Las Palmas de Gran Canaria. La investigación se inició gracias a la denuncia de una de las víctimas quien, tras adquirir la condición de testigo protegido ante las continuas agresiones y amenazas sufridas, manifestó haber sido traída mediante engaño por una organización integrada por ciudadanos nigerianos que la obligaban a ejercer la prostitución callejera bajo la amenaza del rito vudú.
El procedimiento seguido por la organización impacta. Sin embargo, no es nuevo. Varias han sido las operaciones policiales que se han saldado con la desarticulación de redes de prostitución en las que la utilización de este ritual ha sido el método para extorsionar a las mujeres, siempre de origen subsahariano, y obligarlas a prostituirse.
Una de las primeras operaciones de estas características en las que intervino la Policía algecireña se produjo en 2000, cuando una mujer nigeriana denunció en la Comisaría de Policía de Málaga su periplo desde que una red de inmigración, falsificación y coacción a la prostitución, la había captado en su país y utilizando un pasaporte de Kenia falso, la habían trasladado hasta Algeciras, donde la obligaron a prostituirse en diversos clubes de alterne del Campo de Gibraltar, así como en localidades de la Costa del Sol, como Torremolinos.
Las gestiones realizadas permitieron determinar que los ciudadanos de origen nigeriano Prince Elvis A. y Chris M. formaban parte de la misma organización. Posteriormente fueron identificados otros miembros de la red: el nigeriano Uyi E., alias Monday, y su mujer Osas E., alias Mama Julie, que fueron denunciados en Algeciras por una mujer que dio toda clase de detalles sobre la forma en que estos la habían introducido en España obligándola a ejercer la prostitución, haciéndole el rito vudú, en el que Mama Julie desempeñaba un puesto de relevancia como chaman o sacerdotisa.
El procedimiento se repitió de forma similar en otro caso de red desarticulada, cuyos integrantes fueron juzgados en marzo de 2006 en la sección séptima de la Audiencia Provincial de Cádiz en Algeciras. Los hechos se remontan al año 2001, cuando se produjo la desarticulación de la organización.
En este caso, al igual que en los anteriores, los proxenetas hacían pensar a las mujeres nigerianas que les practicarían rituales vudús en el caso de que no hicieran caso a sus indicaciones, con lo que a la extorsión económica se unía también la cultural y religiosa para infundir el miedo a las mujeres, que acababan ejerciendo la prostitución obligadas.
La vinculación de Algeciras y el Campo de Gibraltar con estos casos de extorsión y amenazas a través del vudú es muy amplia. De hecho, la mayoría de estas organizaciones incurrieron también en un delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros, ya que introducían a las mujeres en España en pateras.
No obstante, se trata de un delito que se ha generalizado en todo el territorio español, como lo demuestra la última intervención, con detenidos en puntos dispares. Entre los casos, se han dado algunos especialmente conocidos, como la extorsión a prostitutas subsaharianas a través del rito vudú en las Ramblas de Barcelona.
Ritual
La extorsión a las mujeres comienza en sus países de origen, donde las mafias se encargan de buscar a mujeres débiles, con problemas económicos y, generalmente, de baja cultura. Allí, aprovechando la gran aceptación de algunos ritos religiosos como el vudú, las hacen pensar que están siendo sometidas a un poder superior.
La pantomima consiste en obtener de las víctimas restos de pelo o de uñas, elementos de su cuerpo con las que las hacen creer sometidas. En un sobre se suelen guardar estos restos orgánicos junto con amuletos, que las mantendrá amedrentadas durante años, casi de por vida. Si se rebelan, el sobre llega a su casa en África, con lo que se aseguran de mantener el miedo y la amenaza.
Antes han pasado por el viaje en patera y todas las penurias imaginables; algunas han sido violadas durante el viaje y han abortado o han llegado con su recién nacido en brazos. Esta inmigración, no obstante, ha variado y como siguen siendo mujeres rentables, las redes las traen en avión vía París con documentos americanos.
La Policía para ellas no existe. Igual que para las chinas. Casi 2.000 mujeres son “liberadas” cada año de las redes mafiosas. Muchas se quedan sin alternativa y al final vuelven a convertirse en esclavas del mercado del sexo. Otras se acogen a la protección de los testigos que colaboran y las que menos vuelven a casa.
Las pesquisas policiales han conducido, en muchas de estas operaciones, hasta las pruebas que reflejan la extorsión de las mujeres por medio de fórmulas rituales y religiosas, cercanas a prácticas como el vudú.
Así, en los registros practicados a miembros de estas organizaciones se han encontrado, en muchos casos, restos de pelo, de uñas y fotos. El vudú es una práctica muy arraigada entre las clases de más bajo nivel cultural en países subsaharianos, lo que explica que se utilice de forma rentable por estas mafias bajo la amenaza de represalias sobrenaturales.