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Jaén

El día que Jaén se independice de Alemania

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Domingo convulso. Pintas del Danubio y salchichas de Fráncfort del Meno en Puente Tablas. AngelaMerkel , pendiente del encaje de la bisagra que la sostenga en el  poder de las Europas, y Peer Steinbrück, ocurrente con una última pedorreta/peineta, alardeando de europeísmo solidario con los pobres del Sur, es decir, con nosotros mismos, con planes de todo tipo para sacarnos del abandono, de losUrban que terminaron sin solución de continuidad, de la asfixia de fondos que sufren actualmente los grupos de desarrollo de la provincia, del marco vergonzante que proclama –en el mejor de los supuestos, por lo bajini- que todas las ayudas caen del cielo, sin saber muy bien por qué, a los campos de Jaén. Conservadores y socialdemócratas. La sacerdotisa de la austeridad, el mandato supremo de la recuperación financiera a costa de las políticas sociales, frente al profeta que asegura que en el estado de bienestar no todo fue vino y rosas, ni el recorte indiscriminado de derechos, la panacea de la revitalización económica.


Ambos, hoy lunes, copan las portadas. No hay vínculo más señero en nuestro despertar iniciático a la cruda realidad jiennense que la germanodependencia, el  triste consuelo de la colonización, de marcas de coches repetidas, de una PAC bendecida –a regañadientes- por los principales contribuyentes de la UE, del origen cierto del crédito doméstico, de las mejores hornadas de capital humano del conjuntodel imperio en busca de oportunidades, camino de la metrópoli… ¿A qué hechos diferenciales aludirán, se acogerán,euskaldunes y catalanistas en el seno de la gran Europa, en el hipotético caso de que sean estados independientes? Quizá sea esa la única salida que le quede a Jaén: la autodeterminación.


Nuestro mayor problema consistió siempre en depender un mundo del resto. Ser un apéndice, una circunstancia, un pretexto, un granero de votos, un retiro de monterías, una carretera de paso. Llegará, más pronto que tarde, la hora de enarbolar banderas, como Almería, harta de su invisibilidad ante la Junta de Andalucía. Por eso, la presidenta, Susana Díaz, principió sus visitas institucionales a capitales de provincia en Almería. El victimismo de la Andalucía oriental tiene su eclosión en el microcosmos de Almería hasta entre los situados en el establishment regional cuando la nueva lideresa no elige a un consejero almeriense en su primer Ejecutivo. Aquí, en cambio, estamos bien servidos, pensará Paco Reyes. ¿Para qué vamos a pedir la independencia? Amagamos, jugamos nuestras bazas y, a la postre, recibimos en justa correspondencia. ¿Qué más se puede pedir en catalán?


Elena Víboras, flamante consejera de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, apoyada en la continuidad del paisano Juan Antonio Cortecero, y la incorporación de su íntima colaboradora, ex concejal de Alcalá y hermana del anterior, Ana, Ana Cortecero. Agricultura será feudo de Jaén; aún más si se ratifica a la cazorleña Rosa Ríos, esposa de Mario Jiménez, al frente de Desarrollo Rural. El influyente clan de Córdoba en Agricultura se desmoronará, pues. El devenir de las dos próximas sesiones del Consejo de Gobierno determinará el futuro de cargos intermedios, delegaciones del Gobierno y delegaciones territoriales. Pura Gálvez, aguanta el tirón con compostura y talante. A Irene Sabalete, omnipresente en temas que atañen a su departamento, se la ve confiada. El resto de afectados, tocado por la varita de la discreción, calla. Resulta preocupante, de todos modos, en un partido democrático tamaña sumisión. “El estilo ‘Susana’ de que aquí nadie dice nada se impone por todas partes, incluso en corrillos entre compañeros”, me confiesa un dirigente jaenero, de esos que suenan en las quinielas.


Nadie dice ni mu; simplemente, se ofrece, se predispone, se suma entusiástico a cuantas alternativas oficiosas –susurradas por la oficialidad- surjan del momento.  Ductilidad y firmeza, cien por cien, alemanas.

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