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Viernes de Dolores

Las únicas palmas son las que, cada tarde, a las 8, tocan los vecinos de cada calle como homenaje a quienes están dándolo todo para salvarnos a los demás

Publicado: 03/04/2020 ·
09:45
· Actualizado: 03/04/2020 · 09:48
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Autor

José Antonio Vázquez

Periodista, analista político y especialista en comunicación institucional y corporativa. Secretario de la Asociación de la Prensa de Jerez

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No lo parece. Claro que no lo parece. Quizá haya muchos que ni siquiera se acuerden que hoy es Viernes de Dolores. Uno de los días más especiales del año y que, en cambio, no deja de ser este año un día más de todos los que llevamos en casa. Pero es Viernes de Dolores. No hay pequeños escolares preparando su gran fiesta ni recogiendo materiales, no hay esquinas con procesiones de jóvenes que de mayor quieren ser Hermandad.

Quizá en alguna casa habrá potaje, o torrijas. No lo parece. Claro que no lo parece, pero en cambio ha llegado a nuestro calendario un nuevo Viernes de Dolores. Por desgracia, con más dolores que nunca por esta maldita pandemia que nos asola y que está arrasando con nuestro modelo de vida y con muchísimas de nuestras vidas. Qué Pasión.

Este año la Pasión del Señor será más que nunca el vivo ejemplo de la pasión que están atravesando miles de familias de toda España que ven como uno de los suyos se muere por culpa de este virus que ha roto todos los cimientos de nuestra sociedad y del Estado del bienestar. Este año la única entrada triunfal es la de los sanitarios y cuerpos de seguridad cuando llegan a sus casas sanos y salvos.

Las únicas palmas son las que, cada tarde, a las 8, tocan los vecinos de cada calle como homenaje a quienes están dándolo todo para salvarnos a los demás.

No hay más corona de espinas ni flagelos que la que sufren aquellos que ven cómo el virus les golpea, muchas veces con la desnudez de no tener todos los medios que necesitan para salvar su vida.

No podrán salir a la calle tantos afligidos como el COVID tiene encerrados en sus casas, ni podrá pasear su amargura ninguna de las madres, ninguna de las parejas de quienes ven salir cada mañana o cada tarde a la doctora, al enfermero, al farmacéutico, al cajero… a trabajar sin saber si a la vuelta, seguirá sana o habrá cogido el virus.

No parece Viernes de Dolores, pero en muchas ventanas se asoman grandes dosis de dolor y de sacrificio por culpa de esta pandemia. Como también tras las ventanas hay muchos corazones que, como Jesús en el Huerto, rezan al Padre buscando la esperanza de que la alegría y la resurrección vengan a nuestras vidas más pronto que tarde. A cada cual, nos dijo Jesús, que cogiéramos nuestra Cruz y lo siguiéramos. No queda otra. La Pasión de Jesús no terminó con su entierro ni con la Soledad de su madre, sino que, como nos ocurrirá ahora, la luz, la alegría y la vida nueva llegarán. Ojalá sea pronto y el daño causado por el virus sea el mínimo posible.

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