En la XXVII cumbre bilateral entre ambos países, celebrada en Roma, Berlusconi agradeció a “la gran generosidad de Francia” la recuperación de la energía nuclear que Italia abandonó tras un referéndum celebrado en 1987.
El acuerdo consta de dos memorándum firmados por los consejeros delegados de las compañías eléctricas EDF y Enel, participadas por el estado francés e italiano respectivamente, que abren la puerta a la construcción en Italia de cuatro reactores de tercera generación.
La industria nuclear francesa abre, de este modo, un nuevo mercado y cede a cambio la entrada de Enel en algunos proyectos en suelo francés. En la conferencia de prensa posterior a la firma del acuerdo, Sarkozy propuso a Italia una “asociación ilimitada” en materia nuclear, que sienta las bases de una amplia colaboración en aspectos que van desde la investigación a la producción.