La muerte en accidente aéreo de su hermano gemelo y jefe de Estado, Lech Kaczynski, junto con la élite conservadora polaca, aceleró el declive de la formación al privarla de muchas de sus principales figuras.
Ahora Polonia queda definitivamente dominada por los liberales de Plataforma Ciudadana (PO), con Donald Tusk como primer ministro y Bronislaw Komorowski como futuro presidente de la república.
Se espera que Komorowski coopere con el Ejecutivo liberal, con un mandato que en algunos momentos llegue incluso a ser calificado de dócil, a fin de sacar adelante las reformas duras e imprescindibles que Tusk quiere poner en marcha para apuntalar la economía.
Como explica el analista Pawel Fafar, los polacos han demostrado que estaban “hartos” de los conflictos entre primer ministro y presidente, y han optado por el aspirante más gris, pero firme defensor del consenso y del acuerdo como herramientas políticas.
Los votos del electorado de izquierdas han sido decisivos para la victoria de Komorowski, que durante su campaña electoral mantuvo un cortejo evidente con la Alianza Democrática de Izquierdas (SLD), cuyo líder, Grzegorz Napieralski, había sido el tercero más votado en la primera vuelta, con un 13 por ciento.
“Sin nosotros no habría podido ganar”, afirmó el diputado de la SLD, Ryszard Kalisz, satisfecho de los resultados de ayer.
Es precisamente ahora cuando el liberal debe pensar en cómo materializar las promesas que hizo a la izquierda días atrás, entre las que se encuentran la financiación de los tratamientos de fecundación “in vitro” o la salida de las tropas polacas desplegadas en Afganistán.
La parlamentaria conservadora Ewa Kierzkowska alerta ahora de que ese apoyo pasará factura y, “tras ganar las elecciones, el primer ministro Tusk tendrá que cumplir las promesas de Komorowski”.
Los resultados certifican la línea que Polonia seguirá en el futuro, con un presidente que busca reforzar el diálogo, la posición polaca en el foro internacional, europeísta convencido y representante de los intereses del mundo de los negocios.
La opción desechada, la que representaba Jaroslaw Kaczynski, deja fuera de juego a un político percibido como un gran patriota, que encarna las demandas de los trabajadores y que pretende velar por los intereses nacionales por encima de todo.
Anoche Kaczynski se sobreponía a la derrota y pedía a sus seguidores comenzar la lucha por las próximas elecciones.