El expresidente del Gobierno Felipe González ha calificado de "disparatado" que se compare la situación actual de Brasil tras el asalto al Congreso con acontecimientos españoles y ha avisado que esto "no hace más que" aumentar la crispación y tensar más el debate en España.
"Lo primero que tenemos que hacer es no aprovechar lo que ocurre en cualquier sitio para crispar o tensar más el debate tenso que ya tenemos en España. No podemos permanentemente trasladar la realidad de otros a la nuestra. Me parece simplemente disparatado", ha manifestado en una entrevista en Radio Nacional, que ha recogido Europa Press, al ser preguntado por las lecciones que dejan los hechos que han sucedido en Brasilia.
González considera que Lula está dando los pasos necesarios, que serán "suficientes para restablecer la institucionalidad", pero no para resolver el problema de fondo para lo que, según el expresidente, "queda tiempo".
En este sentido, ha hecho hincapié en que el mandatario brasileño cuando llegó al poder la primera vez y recogió el testigo del expresidente Fernando Enrique Cardoso se encontró un "camino mucho más hecho". "Ahora la situación es distinta" --asegura-- porque "todavía no sabe qué hay debajo de este movimiento que se ha puesto en marcha con esta virulencia y atacando a todos los poderes del Estado".
Asimismo, ha ligado estos hechos que han ocurrido en Brasilia a los que se vivieron en Washington hace dos años. "No me cabe duda de que hay una oleada de trumpismo y de que el populismo se manifiesta con respuestas simples a problemas complejos que no aceptan estas respuestas simples y siempre hay una búsqueda desesperada de un culpable", ha afirmado el expresidente socialista.
Con todo, González ha concluido que ha habido un fallo de inteligencia "brutal" en el sentido de saber qué estaba pasando y por dónde circulaba. Aunque admite que es "difícil afirmarlo en estos términos" y lo dice con "prudencia", ha apuntado que "hacía mucho tiempo desde el día que ganó las elecciones Lula que había concentraciones".
En cualquier caso, ha recalcado que los demócratas no deben "inclinar la balanza de la crítica del populismo demagógico en función de las inclinaciones ideológicas" de cada uno y subrayado que lo primero que hay que hacer es "desarmar la virulencia de las palabras".
Preguntado sobre si considera que la democracia tiene que reinventarse, ha argüido que "es el peor de los sistemas para vivir excluyendo a todos los demás", a la par que ha advertido que no se pueden cambiar las leyes sin respetarlas.
Por último, ha asegurado que no hay una conciencia clara y profunda por parte de los partidos políticos de hasta qué punto "la deriva en la que estamos de descalificación puede deteriorar de arriba a abajo". "Intentemos no trasladar a la sociedad nuestras pasiones de cúpulas políticas porque ese es un fenómeno muy peligroso", ha zanjado.