En el fragor de la pandemia, y con el Estado de Alarma en vigor, se pusieron en marcha medidas muy tajantes en entidades y administraciones públicas para salvaguardar la salud de los funcionarios y de los trabajadores que estaban frente al público, que también tenía la obligación de tomar las mismas precauciones. Es evidente que cobraba todo el sentido adoptar todo ese tipo de precauciones para preservar ese bien tan preciado -la salud- en los momentos álgidos del covid-19, pero ahora, afortunadamente, la situación ha cambiado. Aquellas medidas estaban en la misma línea de los confinamientos domiciliarios y de los cierres perimetrales. Medidas insólitas, no empleadas en años en España.
Se está normalizado la vida ciudadana, con las medidas de distancia social y de higiene de contactos correspondientes. Funcionan los transportes urbanos e interurbanos, la hostelería y la restauración están a un solo paso de la completa normalización, la vacunación avanza imparable, los falsas creencias sobre la transmisión del virus por contacto físico o de materiales han sido reducidas por los científicos a la contaminación por las partículas aéreas por gotitas o de aerosol. Siendo esto así, hay una serie de entidades e instituciones y de administraciones -local, autonómica y estatal- que mantienen a rajatabla la cita previa para atender a los ciudadanos, usuarios o clientes en un claro abuso de la situación creada por la pandemia. Siguen en un inexistente, legalmente, Estado de Alarma.
El personal de los supermercados, los albañiles, los carpinteros, los transportistas, los fontaneros, los electricistas, los repartidores, los profesores, los cocineros, los enfermeros, médicos y celadores de hospitales y otros muchos etc. nunca pidieron cita previa. Todos fueron considerados de servicios esenciales para la comunidad. Estuvieron al pie del cañón del servicio público en los peores momentos y ahí siguen. Mucho riesgo y un poquito de gel, mascarillas, distancia -si se podía- y poco más, salvo para los servicios sanitarios. Sin embargo hay muchos servicios públicos que siguen aferrados a las restricciones para los ciudadanos como si el Estado de Alarma estuviese vigente. ¿Hasta cuándo? Ha llegado el momento de hacernos todos iguales en esta crisis. La inercia del Estado de Alarma no puede ni debe mantenerse por la mera e interesada conveniencia. Los que exigen cita previa llevan sus hijos al colegio y toman café y copas en el bar de enfrente.