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10 de diciembre, un día para exigir derechos básicos para todos

Esta fecha conmemora el día en el que, en 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas adopto la declaración Universal de Derechos Humanos.

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  • Rescate de una patera en aguas del Estrecho. -

El mes de noviembre teñía las costas gaditanas de negro con uno de los sucesos más trágicos que se ha vivido en nuestro país en los últimos años. El naufragio de una patera cargada de inmigrantes procedentes del vecino continente africano se cobraba la vida de más de 20 personas cuyos cuerpos van siendo escupidos del mar progresivamente. Estas personas eran inmigrantes que escapaban en busca de un futuro y unos derechos que no tenían en su país natal.

El día de los Derechos Humanos se celebra el 10 de diciembre de cada año. Esta fecha conmemora el día en el que, en 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas adopto la declaración Universal de Derechos Humanos, proclamando sus principios como ¨un ideal  común para todos los pueblos y naciones ¨

El Día de los Derechos Humanos brinda a todos la oportunidad de renovar el espíritu del  de la larga lucha de la humanidad por los derechos y movilizarse contra desafíos, de desigualdad, violencia, exclusión y discriminación.

Aquí o allá: muros, guardias, fronteras y leyes de mano dura muestran a la vez su eficacia y sus límites: disminuye el ingreso de inmigrante irregulares en E.E.U.U y Europa- las endurecidas democracias del mundo desarrollado-, pero cada vez hay más desplazados en el mundo, amontonados en campamentos fronterizos de países vecinos que son bombas de tiempo para los equilibrios regionales e internacionales.

Según los datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados, el desplazamiento poblacional forzado alcanzo un nuevo máximo histórico en 2017: 68,5 millones de personas. Es el quinto año consecutivo en el que se alcanza un máximo histórico. Son millones y millones de personas obligadas a dejar atrás casas, pueblos, tías y abuelos, idiomas y raíces, hermanos y escuelas (el 53% de los desplazados del mundo son niños).

¿Pero por qué lo hacen ¿Por qué abandonan todo para jugarse su vida en una frágil barcaza para cruzar el estrecho, saltar concertinas o amontonarse durante días en un paso fronterizo a la espera de atravesar la frontera entre Méjico y EEUU? Estas personas huyen de la guerra, de economías devastadas, de desastres naturales, de la violencia tribal o de las garras de narcotráfico. Caminan con la determinación de quienes no tienen mucho que perder.

¿Por qué se lanzan sin papeles? ¿por qué no se quedan en sus países? Tenemos que entender que nadie pone a su hijo en una balsa a menos que sea más segura que la tierra en la que habita.

Es verdad que nunca en la historia hubo tantos inmigrantes en situación irregular. Según datos de la ONU 68,5 millones de personas en todo el mundo se han visto obligadas a abandonar sus hogares (solo en Estados Unidos hay 11 millones; en Europa, 6 y en Rusia, otros 6 millones) 25,4 millones de ellos son refugiados, de los cuales más de la mitad son menores de 18 años. Además, a más de 10 millones de personas se les ha negado una nacionalidad y el acceso a derechos fundamentales, como la educación, sanidad, empleo y libertad de circulación

A estos preocupantes datos se le suma el trato que reciben los inmigrantes al llegar a la “tierra prometida” 

Aunque en 1951 se firmó en la ciudad de Ginebra un documento que describe las obligaciones y derechos fundamentales de las personas refugiadas en el país de acogida y que desde entonces ha sido ratificado por 147 estados (Derechos básicos como la no deportación forzosa o en caliente, empleo remunerado, viviendo digna, educación pública y gratuita, asistencia médica, libertad de religión, acceso a tribunales y obtención de documentos de identidad y viaje) la realidad que se encuentran muchas de estas personas en el país de acogida es muy diferente: devoluciones en caliente, cierre de fronteras, centros de internamiento con instalaciones muy precarias, mafias, trabajo precario, desconfianza y rechazo y ausencia total de todos esos derechos humanos de los que nos vanagloriamos en el primer mundo.

Pudimos preguntar a varias personas en esta situación aquí en Conil. Muchos de ellos se instalaron y normalizaron su situación en nuestra localidad. Algunos no tuvieron tanta suerte, ya que fueron explotados en el trabajo y humillados, pero aguantaron por su familia; al final es la única razón por lo que se aguanta. Y esto le pasa a la mayoría de las personas, es horrible ver que  esto ocurre sólo por su condición de inmigrantes o por carecer de una documentación que por otro lado es muy complicado de conseguir para algunos. Hay muchas historias reales de personas cercanas que sufrieron mucho en otros países.

Deberíamos de ser solidarios con estas personas ya que no sabemos por qué dejaron su país y qué  pasaron para poder estar aquí. Nadie deja su país porque sí. Salí de mi país, Paraguay a principios de Junio. Dejé allí a parte de mi familia y todos mis amigos. Llegué a Conil sin conocer a nadie, entré en una escuela en la que de repente todo era nuevo para mí: asignaturas, profesores, compañeros. Realmente todo fue complicado al principio. Como persona fuera de su país natal, me siento en la obligación de defender nuestra situación, queremos sentirnos aceptados y respetados.

¡¡¡Los inmigrantes son humanos y tienen derechos!!!

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Alumnos del IES La Atalaya participan con sus trabajos con el periódico Viva Conil divulgando sobre ciencia y otros temas importantes en su realidad cotidiana, en esta ocasión a cargo de Romina Encina Vázquez 3º ESO B.

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