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La gran coalición en Cataluña

La única posibilidad real de que el bloque constitucionalista pueda vencer al bloque independentista es unificando las fuerzas en una única coalición

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  • Manifestación por la unidad en Barcelona -

Llegados a estos momentos del proceso independentista, tras los últimos movimientos políticos, judiciales y con una inminente y forzada convocatoria de elecciones, es el momento de reflexionar en la estrategia política. ¿Nos enfrentamos por separado a un gran bloque independentista que tuvo un respaldo de más de un millón seiscientos mil votos en las últimas elecciones catalanas o unificamos a la tropa para equilibrar las fuerzas electorales y disputar la victoria? Una cuestión difícil en lo político y muy sencilla si se analiza con la óptica y los criterios de la matemática electoral.

Nos guste o no, en las últimas elecciones catalanas la coalición independentista “Junts pel Sí” obtuvo una victoria abrumadora obteniendo casi un millón de votos más que el segundo partido que fue Ciudadanos. Ni siquiera sumando los votos de Ciudadanos, el Partido Popular y el Partido Socialista de Cataluña se superaba la marca obtenida por la coalición independentista a la que además habría que añadirle los más de trescientos mil votos de la CUP. Con las matemáticas en la mano, un derrota electoral clara a la que no debemos enfrentarnos con ingenuidad.

Es cierto que la gestión del proceso por los radicales de la independencia ha conseguido disminuir su respaldo ciudadano y también es verdad que hay un millón doscientos mil votos en la abstención con probabilidades de movilizarse contra este despropósito, pero confiar el destino de España a unas encuestas electorales no es propio de un país serio como el nuestro. Es por ello por lo que personalmente soy tan crítico con las voces que han presionado tanto a Rajoy con la convocatoria de elecciones inminentes buscando el aplauso fácil de un público enardecido y contando votos mientras España se desangraba por una de sus extremidades. Si, lo reconozco, no me ha gustado la actitud acelerada y protagonista de Albert Rivera presionando al jefe del ejecutivo para que celebrara de forma inminente unas elecciones en Cataluña sin que se den las garantías de estabilidad social. Ahora está muy callado no vaya a ser que la cosa salga mal y no quiere que nadie recuerde de quien fue la idea.

Pero estamos donde estamos y lo que no podemos hacer es lamentarnos. Ahora lo que toca es poner soluciones. Con las matemáticas en la mano y la aplicación de la ley d´hont la única posibilidad real de que el bloque constitucionalista pueda vencer al bloque independentista es unificando las fuerzas en una única coalición. La Ley electoral favorece a las mayorías y los mismos votos unidos en una única lista obtienen más escaños que los mismos votos presentados en candidaturas separadas.
Entendido esto, simplemente un acuerdo previo para que gobierne la lista más votada como ha propuesto Ciudadanos no sería válido en estos momentos, a mi juicio, por tres razones. La primera porque es una obviedad, es evidente y obvio que si la suma de escaños tras una elecciones suma para que presida la Generalidad la candidata del partido constitucionalista más votado así será sin necesidad de que se acuerde previamente. La segunda porque es insuficiente, porque un acuerdo posterior no aprovecharía las bondades de la ley d´hont y debilitaría la traslación de votos a escaños. Y la tercera porque pondría en evidencia la derrota, por mucho que se unan después los partidos constitucionalistas la coalición independentista vendería a los cuatro vientos su victoria numérica abrumadora. Por todo esto y por matemática electoral, lo que toca ahora es una gran coalición.

¿Y quién puede encabezar esa gran coalición? Alguien con autoridad, con un profundo conocimiento de la sociedad catalana, con el respeto de los familias catalanas tradicionales pero también de los catalanes procedentes de la emigración andaluza y extremeña, con experiencia, con amor a Cataluña y a nuestra querida España y que no tenga intereses electorales directos. Sólo así podrá aunar el consenso de todas las fuerzas constitucionalistas con presencia en Cataluña. Le doy los criterios, los nombres son cosa suya.

Es cierto que esta gran coalición quitaría protagonismos a los actuales lideres políticos de la escena catalana, pero “París bien vale una misa” y la unidad de España y conseguir una mayoría social y parlamentaria en el Parlament de Catalunya que asegure la integridad y unidad de nuestro país deben estar por encima de personalismos. Y es también una buena oportunidad para comprobar si los legítimos intereses de cada formación política buscan realmente lo mejor para Cataluña y España o por contra están utilizando este sentimiento social para conseguir una ventaja individual para su formación.

Apasionante y dramático el momento que nos ha tocado vivir. Es ahora cuando los hombres y mujeres de nuestro país pueden demostrar a qué altura están sus principios y sus valores. Todo sea por Cataluña, por España y por nuestra gente. Viva España y viva Cataluña.

 

*Antonio Saldaña es secretario general del PP de Cádiz y parlamentario andaluz

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