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Reflexiones desde el sofá

La ofensiva del silencio

Me pongo en el lugar de los valencianos afectados por la DANA de hace unas semanas: aquellos que han perdido su vivienda, negocios...

Publicado: 01/12/2024 ·
11:16
· Actualizado: 01/12/2024 · 11:16
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  • Imagen de Gerd Altmann.
Autor

José Diego Amores Revuelta

José Diego Amores Revuelta es licenciado en Historia y Archivero con influencia petermanesca

Reflexiones desde el sofá

Columnas de opinión que sólo pretenden invitar a la reflexión del lector sobre temas de actualidad

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Escribir una columna de opinión, en muchas ocasiones, es como una terapia necesaria donde poder expresar lo que se quiere, con la obligada y responsable corrección dialéctica. Porque, seguramente, si uno dijera siempre lo primero que le pasa por la cabeza, acabaría disculpándose continuamente y ganándose enemigos que no merece en absoluto. Por eso, al ser humano se le considera racional, aunque a veces cuesta justificar esta afirmación.

La actualidad de estas semanas ha pasado de estar marcada por lugares masacrados por una catástrofe natural, mal gestionada por las administraciones, a esperanzadoras muestras de una sociedad civil implicada al máximo con quienes más lo necesitan. Quiero hacer un paréntesis de gratitud específica hacia todas aquellas personas de Barbate que se han volcado con los pueblos de Valencia, ya sea con donaciones o desplazándose directamente a la zona para limpiar y ayudar en todo lo que han podido, siempre dentro de lo que les han permitido. También es justo reconocer la labor de los cuerpos de seguridad local que se desplazaron hasta allí.

La otra actualidad es la de siempre: los repetitivos escándalos de corrupción en el Gobierno y las contra réplicas de los aludidos, que responden recordando el pasado de quienes hoy están en la oposición. Lo cierto es que ninguno responde a lo que se les pregunta. Si los populares aluden al caso Koldo, Aldama, Ábalos, al Fiscal General del Estado, o a los casos de Begoña o David Sánchez, el PSOE no solo no responde, sino que recuerda los paseos en barco de su portavoz con un individuo relacionado con el narcotráfico gallego o los casos de financiación ilegal del partido opositor. Pero nadie contesta nada.

Me pongo en el lugar de los valencianos afectados por la DANA de hace unas semanas: aquellos que han perdido su vivienda, negocios; cuyos hijos no reciben clase por el cierre de los colegios; que juegan a la pelota en calles enfangadas; los familiares de los desaparecidos, etc. ¿Qué pensarán cuando, en una sesión plenaria del Congreso en la que se debían abordar las ayudas económicas para los afectados por la DANA, se oye más la palabra “Aldama” que la palabra “ayuda”?

Volver a insistir en lo mismo es absurdo, pues desde la columna de un medio de comunicación local poco se puede hacer, más allá de invitar a los lectores a reflexionar sobre lo que sucede en este país. Aunque quizá también sea el momento de practicar la prudencia del silencio: callar para hablar donde y cuando sea necesario. Es como quien ofende a través de las redes sociales, según sople el viento. La mejor respuesta es el silencio, porque, al fin y al cabo, en esta sociedad el silencio a veces tiene más repercusión que palabras que no aportan nada.

La ofensiva del silencio a veces es necesaria: callar para contradecir a quien te acusa sin motivo y no se ha preocupado por conocer la realidad desde todas las ópticas posibles. Silencio para quien dice que has sido una “decepción”, cuando está mal informado. Porque quien de verdad es una decepción es quien habla sin saber o se deja manipular. Callaremos ante los escándalos políticos para sustituir las acusaciones banales por trabajo real, para cambiar el ego personal por una mano tendida a quien la necesite.

Es el momento de la ofensiva del silencio, que es la mejor forma de acallar a quienes no aportan nada. Un silencio que, llegado el momento adecuado, debe transformarse en el grito más contundente de quienes están hartos de tanta tomadura de pelo.

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