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¿Cómo hablar a un niño para que procese una catástrofe natural y mitigar sus secuelas?

Es fundamental que los menores tengan un espacio donde se sientan seguros y comprendidos; acompañarles en su proceso emocional es esencial

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  • Un miembro de transporte sanitario con una niña. -

Los niños son uno de los grupos más vulnerables a catástrofes naturales, por eso las organizaciones de infancia han incidido en la importancia de crear espacios seguros para mitigar el impacto que dejan en su salud física y mental y ayudarles a procesar lo ocurrido.

En momentos de tragedias como la que ha azotado Valencia y otras zonas de España como consecuencia de la dana, es fundamental que los menores tengan un espacio donde se sientan seguros y comprendidos; acompañarles en su proceso emocional es esencial, y por eso Save the Children ha elaborado una guía para ayudarles a abordar estos momentos complicados de manera efectiva:

- Respetar sus tiempos y necesidades para procesar sus emociones, escucharlos y permitirles hablar sin forzarlos. Necesitan saber que pueden expresarse cuando estén listos, y se les debe asegurar un ambiente adecuado para hacerlo.

Para abordar un tema delicado sin incomodar a otros pequeños, se pueden usar frases como: “Es importante lo que compartas, pero puede que algunos no quieran hablar de esto ahora. ¿Te parece si buscamos otro espacio para poder comentarlo?”. Esto permite crear un espacio seguro para que se sienta apoyado sin forzar a otros a participar.

- Adaptar el lenguaje según la edad, porque cada etapa necesita un enfoque distinto para comprender situaciones difíciles; con los más pequeños es útil usar palabras sencillas y evitar las que puedan sonar alarmantes, como "catástrofe", sin una explicación adecuada. 

También es importante incluir un toque de esperanza, aludiendo por ejemplo a la solidaridad entre personas o al trabajo de bomberos y médicos para que todos puedan estar bien. Esto reduce la ansiedad y refuerza la confianza en el apoyo de la comunidad. 

- Validar sus sentimientos: Permitirles expresar cómo se sienten sobre lo que ven o escuchan en los medios les permite liberar preocupaciones y tensiones. Frases como “Es normal sentirte así” o “Parece que esto te hace sentir [triste, enojado, asustado]” les muestran que sus emociones son válidas y naturales. Para los más pequeños, dibujar puede ser una herramienta efectiva para expresar sentimientos.  

- Primeros auxilios psicológicos, que se dividen en tres pasos:

Observar: Detectar signos de angustia, como llanto o temblores. Hay que asegurarse de que el ambiente sea seguro y calmado.

Escuchar: Dar tiempo para que exprese sus emociones sin interrupciones. Usar preguntas abiertas de tipo "¿Cómo te sientes?” permite una comunicación más libre y sin presiones.

Conectar: Crear una presencia calmada y empática, sentándose a su altura y usando frases de apoyo como “Estoy aquí contigo”. Si tienen objetos de confort, como un juguete o una manta, permitirle tenerlo cerca puede proporcionarle seguridad adicional.

"Una situación como esta puede ser traumática para niños y niñas y dejarles secuelas a largo plazo, como insomnio, pesadillas o trastornos de estrés postraumático. Además, con el cierre de escuelas se interrumpe su educación y afecta al rendimiento académico", ha explicado Rodrigo Hernández, director de Save the Children en la Comunitat Valenciana.

Problemas en la salud física

En los mismos consejos incide la Asociación Española de Pediatría (AEP), que recomienda a estos profesionales a que adopten un enfoque ambiental y comunitario en el tratamiento de los menores afectados, que incluye la escucha activa para transformar la experiencia en una oportunidad de resiliencia y fomentar en ellos un rol activo y de superación. 

La AEP añade además que, a las secuelas psicológicas, se unen las consecuencias en su salud física, como ya advirtió en el informe "Impacto de las inundaciones en la salud de la infancia y adolescencia: un enfoque ambiental y comunitario", realizado en 1.100 escolares de 7 a 18 años residentes en la ribera litoral de Los Alcázares, afectada por las inundaciones de septiembre de 2019.

El estudio evidenció una alta incidencia de enfermedades infecciosas como gastroenteritis y problemas respiratorios debido a la exposición a aguas contaminadas y moho en viviendas afectadas, polvo en suspensión de los lodos secos, además de síntomas de estrés y ansiedad en los menores. 

Alrededor del 14 % reportaron problemas respiratorios, como asma y otros problemas, causados o agravados por las inundaciones y la humedad persistente en las viviendas. 

También el polvo en suspensión, al secarse el lodo, se mantuvo durante varios meses: el 11 % de los participantes sufrió episodios gastrointestinales, y un 9 % experimentó picaduras de mosquitos agravadas por la presencia de agua estancada. 

Por todo ello, ha apelado a la importancia de que, después de las inundaciones, se preste especial atención a la seguridad e integridad física y a problemas como la potencial contaminación de las aguas, la presencia de moho en las viviendas, intoxicación por monóxido de carbono por uso de generadores y otros dispositivos y contaminación por metales pesados, asbestos y otros productos químicos. 

Desde Educo insisten en que es esencial que los niños recuperen cuanto antes la normalidad, lo cual "incluye retomar las clases, ya que, en este tipo de situaciones, la escuela es un refugio emocional", asegura Pilar Orenes, directora general de la ONG, que va a poner en marcha actividades de apoyo psicosocial, educativas y de ocio en las que los menores puedan compartir sus vivencias y emociones.

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