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Jueves 02/05/2024  

El Puerto

Beardo inaugura la 'Plazuela Rafael Herrera Valencia' en la biblioteca María Teresa León

Don Rafael Herrera Valencia, fallecido el 18 de octubre de 2009, fue un pionero en la reforma en el tratamiento de la Salud Mental a nivel nacional

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El alcalde de El Puerto, Germán Beardo, ha inaugurado este viernes 23 de febrero la “Plazuela Rafael Herrera Valencia”, en la Biblioteca Municipal María Teresa León, en recuerdo al psiquiatra Rafael Herrera, que fue uno de los principales artífices de la reinserción psiquiátrica en El Puerto de Santa María y en España, tratando a miles de enfermos y siempre dando su apoyo a los familiares.

Lo ha hecho junto a sus hijos Rafael y Carlos Herrera, que han excusado la presencia de su hermana Amaya, que por motivos personales no ha podido asistir, representantes del equipo de Gobierno y de la Corporación Municipal del Ayuntamiento y numerosos portuenses que no han querido perderse este homenaje nacido de la iniciativa popular representada por Juan de Dios Sánchez Arenas, rubricada por su familia, amigos, compañeros, pacientes y vecinos para que se reconociera su solidaridad y la labor realizada por este psiquiatra cuyo nombre El Puerto ya no olvidará. La propuesta fue aprobada en Junta de Gobierno Local el año 2019 por el equipo de Gobierno de Germán Beardo in memoriam de un profesional comprometido con la Salud Mental, con su formación y su sensibilidad. Los que lo conocieron lo definen como trabajador incansable, hombre sabio, colaborador y organizador con unas capacidades didácticas inusuales.

Don Rafael Herrera Valencia, fallecido el 18 de octubre de 2009 a los 62 años de edad, fue un pionero en la reforma en el tratamiento de la Salud Mental a nivel nacional, cambiando el método y la atención a los enfermos, creando los Centros de Día y formando a los psicoterapeutas para estudiar al paciente en su totalidad, incluido su entorno y familia, dándole el trato humano necesario, la mínima medicación y aplicando terapias ocupacionales en los casos que lo precisaran. Impulsor de la neuropsiquiatría en las prisiones, siempre dispuesto a la colaboración altruista y del lado del más débil, con un espíritu de generosidad que ha dejado huella ganándose el afecto de todos los que coincidieron con él a lo largo de su intensa trayectoria profesional.

Sus hijos Carlos y Rafael Herrera han descubierto junto al primer edil de la ciudad la placa de esta coqueta plazuela rodeada del conocimiento de los libros que ahora lleva su nombre, para que ningún portuense olvide su labor, compromiso y sensibilidad para avanzar en la asistencia de los enfermos mentales y en la psiquiatría penitenciaria.

El Puerto le ha rendido así tributo a título póstumo en agradecimiento a su excepcional trabajo que permitió que con la reinserción psiquiátrica se cerraran manicomios y se dejara atrás el estigma que perseguía a los enfermos para integrarlos dentro de la sociedad, brindándoles una atención especializada y específica para cada paciente. El alcalde también ha recordado a Cristina Rosales, su mujer y fiel compañera, trabajadora social con especialidad en psiquiatría y su eterna colaboradora, que lo acompañó en su labor profesional hasta sus últimos días.

Rafael Herrera Valencia nació en Sevilla, donde realizó los estudios de medicina y psiquiatría, trasladándose a El Puerto en cuanto los finalizó para trabajar en el hoy desaparecido Hospital Psiquiátrico Nuestra Señora de la Paz, en el pago El Madrugador, por la carretera de El Puerto- El Portal. Fue trasladado dos años después al Hospital Psiquiátrico de San Baudilio de Llobregat, donde llegó a ser director. El Gobierno de Generalitat de Catalunya lo llamó para la reforma psiquiátrica de dicha comunidad autónoma, participando en la elaboración de la nueva doctrina para la atención de los enfermos mentales. Iniciando así la reforma en el tratamiento de la Salud Mental en España. A su regreso a El Puerto, Rafael ejerció como Coordinador del Ambulatorio de Salud Mental que estaba ubicado en el antiguo Hospital San Juan de Dios, que posteriormente se trasladó a calle Palacios. Formó a los psicoterapeutas en distintos seminarios, así como a estudiantes de MIR en el Hospital de Puerto Real.

A principios de los 90 comenzó a visitar los centros de cumplimiento penitenciario en El Puerto, encontrándose con una de las realidades más duras donde los internos jóvenes considerados muy peligrosos en una proporción muy significativa presentaban una carga de patología psiquiátrica importante, con los que empezó a trabajar para impulsar su reinserción.

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