Netflix ha marcado en rojo los meses de agosto de los últimos años para lanzar algunas de las superproducciones cinematográficas más ambiciosas de su catálogo con el fin de progresar y diferenciarse del resto de competidores a la hora de captar nuevos clientes a partir de la exclusividad de sus contenidos.
La apuesta lleva implícita una contradicción: es cine que no se puede ver en el cine, salvo casos contados y por tiempo limitado, y
pese a que estamos hablando de películas de muy alto presupuesto y que basan su atractivo en la espectacularidad de la acción; es decir, películas concebidas para ser disfrutadas en una sala a oscuras y sobre una gran pantalla. En realidad, todas lo son, pero se hace más patente en casos como el de
Agente Stone, gran estreno de la temporada, con Gal Gadot como protagonista y productora ejecutiva.
Bajo la fórmula del thriller de acción y con el respaldo de nombres propios de primera fila -el año pasado le tocó el turno a la decepcionante
El agente invisible, dirigida por los hermanos Russo y con
Ryan Gosling como protagonista-, el nuevo filme made in Netflix aplica esa fórmula, pero entendida una vez más como copia, no como género por sí mismo, y convierte a su protagonista, la agente Stone (Gal Gadot) en una especie de
prima lejana de Ethan Hunt que ejerce como punta de lanza de una organización calcada a la de
Misión Imposible, salvo que basa el éxito de sus operaciones en un complejo sistema informático que anticipa a sus agentes las decisiones que tienen que tomar para culminar con éxito cada operación -ya no se trata solo de imitar la saga de Tom Cruise, sino de plantear dichos supuestos tomando como modelo otra cinta protagonizada por Cruise,
Minority report-.
Dirigida con cierta solvencia por el británico
Tom Harper, cultivado en el mundo de las series de televisión, a Gal Gadot la acompaña un reparto interesante en el que figuran J
amie Dornan, Sophie Okonedo, Matthias Schweighöfer y, directa de Bollywood, la interesante actriz india
Alia Bhatt. El resultado es una película entretenida, con poca historia y poco mensaje que ofrecer, pero que aborda con eficacia las diferentes secuencias de acción y pretende acrecentar su atractivo mediante la elección de diferentes escenarios internacionales como telón de fondo. Es lo que pasa cuando se copia, aunque sea bien, lo que ya está inventado.