La onubense recuerda que "es muy difícil tener un Goya" pero asegura no haber perdido la perspectiva de que lo que hace "es trabajar"
Manuela Ocón (Huelva, 1973), ganadora del Premio Goya a la mejor dirección de producción por la película "Modelo 77" ha dicho a Efe que, en el cine, "el trabajo de producción cuando está bien hecho no se ve; lo que más se ven son los errores".
Nominada a este Goya en tres ediciones anteriores por "Grupo 7", "La Isla Mínima" y "El hombre de las mil caras", Manuela Ocón ha asegurado que cuando en un rodaje algo sale mal, "si no la culpa, sí es nuestra la responsabilidad; y no tiene que ser siempre un fallo, también hay que cumplir con los tiempos, con el presupuesto y con los estándares que se han marcado".
Sobre los equipos artísticos y técnicos que confluyen en el trabajo de una película, la directora de producción ha asegurado que "en un rodaje ves lo mejor y lo peor de cada persona porque se vive en un momento de tensión constante", mientras que como lo peor de su trabajo ha señalado la circunstancia de que "nunca se tiene el presupuesto suficiente".
Tal vez acostumbrada a hacer de la necesidad virtud, ha matizado que esa circunstancia también tiene su lado positivo porque "siempre tomas conciencia de que esos son los recursos que hay, y eso te hace que los rentabilices de la mejor manera posible".
Premio Carmen de la Academia del Cine de Andalucía, también por su trabajo en "Modelo 77", Manuela Ocón cree que aunque su trabajo sea técnico no está desprovisto de creatividad: "Quiero pensar que cuando gestionas todos los recursos humanos y técnicos, y estás haciendo además un trabajo en equipo, necesitas creatividad para que todo salga adelante; tal vez no sea un trabajo artístico, pero sí creativo".
De ahí que haya considerado que, para su labor, "más que paciencia lo que se necesita es serenidad, serenidad ante el tsunami que se te viene encima cuando hay que organizar el rodaje de una película" y, en cuanto a la improvisación, ha afirmado que "para que funcione, tienes que partir de un plan muy bien organizado".
"El nuestro es un trabajo muy organizado, que sigue un orden férreo, por más que haya factores que no se pueden controlar como la meteorología o el equipo humano... Por ejemplo, durante el rodaje de 'La Isla Mínima' se puso a llover y decidimos rodar bajo la lluvia; estaba todo organizadísimo y estaba preparada la lluvia artificial porque era septiembre y no se esperaba que lloviera".
"En ese momento rodamos con la lluvia y también con la lluvia artificial, pero eso se puede hacer cuando todo el mundo esta muy organizado y preparado; esos momentos son alucinantes, son unos momentos que surgen así y que son muy mágicos".
"Al final no sé que tiene el cine que todo lo malo se olvida", ha señalado sobre cuál ha podido ser el peor rodaje de los más de veinte cuya producción ha dirigido, y ha recordado que quizás los momentos de mayor incertidumbre y ansiedad los viviera durante el rodaje de la serie "La peste", porque "tenía un presupuesto tan elevado que no había un modelo a seguir".
El rodaje de aquella serie también le resultó "impactante" porque de trabajar con el equipo técnico habitual de un largometraje, integrado por ochenta o noventa personas, se pasó a quinientas, "y si el equipo se multiplicó por cinco, todo lo demás se triplicó, además de que se rodaba con vestidos de época, con muchos exteriores y un nivel de posproducción digital también muy elevado".
Sobre su Premio Goya ha señalado que "es un reconocimiento fantástico; lo que me hace más ilusión es que me lo dan los compañeros, pero sobre todo lo considero un espaldarazo a la película, que cuenta una historia que si no es imprescindible sí es necesaria. Profesionalmente no sé si es algo que te pone en otro lugar, pero es el reconocimiento más importante de la cinematografía española. Es muy difícil tener un Goya... Pero no pierdo la perspectiva de que lo que hacemos es trabajar".