Nadie lo sabía, nadie conocía el problema, su problema. Nadie decía nada pero en todos los foros posibles destacaban su defensa de la mujer, el “sí es sí” y el “no es no”, y tantas y tantas palabras que ahora quedan sin base, sin fundamento. Incluso, como saben, una señora que ahora se revela ante su formación política y no quiere entregar su acta de diputada, negoció con una víctima para quitar un tweet. De traca, auténticamente de república bananera que es lo que llevan buscando desde que llegaron a esas parcelas de poder, tras la (recuerden) acampada en la Puerta del Sol. Aquel soplo de aire fresco a la política, como muchos lo llamaron, se ha convertido en un huracán que les pilla de lleno.
Pero todo eso ahora se desinfla poco a poco. Aquellas buenas intenciones se comenzaron a diluir en el tiempo cuando Pablo Iglesias comenzó a quitarse de en medio a aquellos que le hacían sombra, para terminar, él mismo, marchándose a su macro chalé de Galapagar de la mano de su amada, a la que también le dieron portazo en Sumar.
La señora vicepresidenta no habla, al menos hasta el momento de escribir estas líneas. No habla al igual que no lo hizo en otras ocasiones difíciles para los suyos, como los descalabros electorales en el País Vasco y en Europa. Al igual que en otras ocasiones. Se esconde, porque a eso se le llama esconderse. A saber qué conocía ella de todo esto, que me malicio en pensar que mucho por lo poco que cuenta.
Esta crisis en la formación política socia de Sánchez es también un desvío de la atención a los asuntos que acorralan a la Moncloa: Ábalos, Koldo, Aldama, Air Europa, Begoña… No sería extraño pensar que lo de Errejónse ha cocido en Ferraz, piensen mal y acertarán, por la pléyade de fontaneros existentes al calor del presidente y de sus leales Bolaños y Santos Cerdán, aunque este último bastante tiene ya con los temas de Puigdemont. Eso sí que es una máquina de fango bien engrasada.
Lo de Errejón es grave, muy grave. No se trata de una malversación económica o de asuntos relacionados con el tráfico de influencias. No, esto va más allá. Atenta contra la dignidad de las personas, con el derecho de las mujeres a ser tratadas como tales, no como objetos de usar y tirar como parece que este enfermo ha hecho. Es tan grave que sus consecuencias serán más que pagar un alto precio político. Hablamos de penas de prisión.
Y mientras, Sánchez y Yolanda Díaz de viaje, con la boca cerrada. Así nos va con estos de la acampada en Sol y los cursos de verano en la “Uni”.
Iglesias. Monedero. Montero. Espinar. Echenique. Bescansa. Y ahora Errejón. ¡Valiente tropa!
