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Miku sostiene a Luis García

El Coliseum Alfonso Pérez acogió un partido dramático en el que Getafe y Osasuna se jugaban algo más que tres puntos

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El Getafe ganó 2-1 a Osasuna con un gran partido del delantero venezolano Nicolás Fedor 'Miku', autor de los dos goles del conjunto madrileño que sostienen a su entrenador, Luis García, cuando comenzaba a ser cuestionado en el cargo después de un inicio errático del curso.

El Coliseum Alfonso Pérez acogió un partido dramático en el que Getafe y Osasuna se jugaban algo más que tres puntos. Los madrileños sólo tenía uno después de tres jornadas, mientras que el cuadro navarro, con la destitución del técnico José Luis Mendilibar a su espalda, ocupaba la última posición con el casillero a cero.

Precisamente, otro entrenador, Luis García, se jugaba muchas cosas en el caso de perder su tercer encuentro oficial del curso. Su puesto todavía no ha sido puesto en entredicho por nadie de los que mandan en el Getafe, pero la mala racha de resultados, con un juego pobre y escaso de ideas, podrían haberle puesto en la picota en caso de derrota.

Sobre todo dolió una muy dura, hace una semana en Alcorcón, en el "Trofeo Puchero", en el que el equipo de la Liga Adelante ganó 6-1 con una alineación llena de suplentes. El propio Luis García calificó de "vergonzosa" aquella imagen y anunció cambios frente a Osasuna para intentar dar un vuelco a una situación complicada con una visita al Bernabéu en el horizonte.

Uno de sus cambios fue introducir en la alineación a Miku, que sentó a Adrián Colunga en el banquillo. Fue clave. La presencia del delantero sudamericano dio al Getafe ese acierto que tanto necesita. Perdido en el Celtic de Glasgow el curso pasado, Miku regresó este verano de una cesión con un puesto entre los suplentes.

Lejos quedaban para él aquellos días felices en el Getafe, cuando en la temporada 2011/12 marcó doce goles, una cifra más que correcta para un club que históricamente está necesitado de gol. Sólo Roberto Soldado y Dani Güiza, en los diez años del conjunto madrileño en la Liga BBVA, llegaron a mostrar números de grandes goleadores.

Sin embargo, al final del partido descorchó una botella de champán para celebrar su regreso. Apareció cuando su equipo más lo necesitaba, cuando andaba perdido en el último pase y casi no disfrutaba de ocasiones con un 0-1 en el marcador gracias a un gol de Roberto Torres.

Marcó su primer tanto después de aprovechar un córner muy preciso que sacó Pedro León, que hasta ese instante, el minuto 35, no había dado pie con bola cuando centraba. El murciano había perdido momentáneamente ese guante que tiene en su bota derecha, pero justo lo recuperó cuando estaba destinado a recibir los silbidos del público.

Miku marcó de cabeza para traer la tranquilidad al Coliseum Alfonso Pérez, que estuvo a punto de explotar a dos minutos del descanso, cuando el venezolano estrelló en el poste una chilena espectacular. Fue el preludio de lo que vendría en la reanudación, cuando de nuevo el protagonista del duelo volvió a marcar con una grandísima maniobra dentro del área, con túnel incluido a Damiá Abella, que dejó a Osasuna en desventaja.

Hasta ese momento, el Getafe vivió de las apariciones de Miku y del buen criterio de Pedro Mosquera, otro de los cambios de Luis García que surtió efecto. El canterano del Real Madrid, uno de los responsables de la gran temporada que hizo el filial madridista el año pasado, por fin accedió a un hueco entre los once para comerse él solo a Silva y a Puñal, incapaces de contrarrestar en el centro del campo al jugador del Getafe.

Sin embargo, cuando Miku marcó y Mosquera fue apagándose, Osasuna adelantó líneas para buscar el empate desesperadamente. El dominio claro del Getafe se evaporó y el público del Coliseum podía sentir una incertidumbre desagradable en la que cualquier sorpresa podría ser posible.

Ésta casi llegó con un trallazo al larguero de Oriol Riera que, a cuatro minutos del final, estuvo a punto de dejar sin su primera victoria de la temporada al Getafe, incapaz de sentenciar el partido al contragolpe. De la goleada por los claros fallos de Diego Castro y Adrián Colunga en dos mano a mano clarísimos, casi se pasó al drama.

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