Con la última baja de Daniel Alves en un clásico donde el Barcelona tuvo que improvisar una arriesgada defensa con el lateral Adriano Correia como central por primera vez en su carrera, el equipo azulgrana ha visto caer al completo, por lesiones o enfermedades, a toda la zaga titular de la era Guardiola.
No había pasado ni media hora en el Camp Nou cuando Alves se llevó la mano al muslo izquierdo y torció el gesto. Su sustituto, posiblemente también en un futuro, fue el joven Martín Montoya, un lateral de 21 años recién ascendido del filial.
Con una lesión en el bíceps femoral que le mantendrá de baja tres semanas, Alves ha sido la última baja de la defensa titular del ciclo triunfal de los últimos años: Puyol, con una luxación de codo, tiene para dos meses; Piqué se recupera de un esguince; y el regreso de Éric Abidal, tras un trasplante de hígado, es una incógnita.
Mientras Montoya saltaba apresuradamente al césped, a unos pocos metros un centrocampista reconvertido a central hace apenas dos años, Javier Mascherano, aprovechaba para dar unas rápidas correcciones a Adriano Correia, lateral zurdo que el domingo actuó por primera vez en toda su vida como defensa central.
Sería similar a que el Real Madrid decidiera alinear ante el eterno rival a una defensa sin Pepe ni Ramos, con Khedira y Coentrao como centrales, Marcelo cayendo lesionado y el canterano Nacho Iglesias entrando en su lugar.
"Nunca había jugado ahí en mi carrera. Lo había hecho en una defensa de tres, pero nunca en una de cuatro", admitió Adriano, de 27 años. "Al principio tuve dudas, pero lo habíamos entrenado y el míster había hablado conmigo. Me dijo que tenía total confianza".
Aun así, ante el Real Madrid, el brasileño fue el jugador de la zaga que completó más pases (81), por delante de Alba (61), Mascherano (58) y Montoya (32). Fue también el que mayor precisión tuvo (92,6%) y el que más desplazamientos en largo intentó.
Se impuso en seis de cada diez balones disputados por alto o raso, tantos como su compañero en el eje de la defensa. Solo cometió una falta de las ocho que hizo la retaguardia azulgrana. Sin embargo, su único lunar fue letal: se quedó anclado, rompió el fuera de juego y Cristiano aprovechó para empatar el partido.
Adriano apenas mide 1,68 centímetros. Tampoco ayuda mucho a la mermada defensa el 1,70 de Alba, el 1,74 de Mascherano y Montoya o el 1,73 de Alves. Muy lejos de todos queda el 1,93 de Piqué.
Fue precisamente la lesión en el tobillo del central catalán la que trastocó los planes y obligó a Tito Vilanova a realizar su primer experimento arriesgado desde que ocupa el banquillo. En lugar de apostar por el discutido Alex Song o por un central natural, como los canteranos Bartra o Fontàs, el técnico se la jugó como nunca.
"Era una apuesta arriesgada, pero Adriano ha hecho un gran partido", opinó Tito. Tampoco le salió nada mal. El Madrid realizó diez remates, tres a puerta, dos de los cuales fueron gol y uno se topó con el poste. Exactamente las mismas estadísticas que el Barça.
Un panorama que observó desde el banquillo el camerunés Alex Song, el hombre que concentró todos los debates en semanas anteriores. Un pivote que su técnico quería que, una vez adaptado, actuase también como central. Pero esa idea a medio plazo se ha visto precipitada por la plaga de lesiones. "Todavía le faltan algunos mecanismos", reconoce Tito.
El entrenador azulgrana prefiere no quemar la carta de su último fichaje, como tampoco la de Bartra, uno de los jugadores más prometedores de La Masía. Cualquier error podría ser una sentencia para el futuro de ambos jugadores, como ocurriera con Dmytro Chygrynskiy, cuyo dorsal 21, precisamente, luce hoy en día Adriano.
Pese a ser diestro, su padre Athaide le animó desde pequeño, en su natal Curitiba, a jugar con la zurda por una lesión en la pierna derecha. Ambidiestro, disciplinado, familiar y tranquilo, Adriano es un brasileño atípico. Apodado "La Moto" en sus inicios, ahora se ha convertido en el último "4x4" de un Barça sin su mejor defensa.