Un equipo de científicos de la Universidad de Córdoba (UCO) ha diseñado y patentado un ventilador cuyas aspas retienen moléculas perjudiciales para la salud y que puede emplearse en entornos de investigación química para identificar sustancias nocivas y prevenir sus efectos adversos en las personas.
La Fundación Descubre ha explicado en una nota que uno de los retos a los que se enfrentan habitualmente los investigadores en los laboratorios químicos, donde experimentan con agentes reactivos y disolventes, es la detección compuestos contaminantes que son perjudiciales para la salud.
Aunque los sensores que captan e identifican estos compuestos contaminantes del aire son eficaces, puesto que su tecnología está pensada específicamente para esta labor, son instrumentos más caros, difíciles de instalar y programar y más voluminosos que la patente "Dispositivo y procedimiento de muestreo y monitorización de componentes volátiles en el aire" que proponen los científicos.
“Además, este ventilador es una alternativa que funciona con una fuente de energía portátil, como la de una conexión USB, lo que permite que se pueda trasladar fácilmente”, según ha señalado la inventora e investigadora de la Universidad de Córdoba María Soledad Cárdenas.
El dispositivo está diseñado con el ventilador reutilizado de un ordenador, en cuyas aspas se ha instalado un material absorbente que captura las sustancias gaseosas presentes en el aire, las cuales se pueden "personalizar" para que cada hoja capte moléculas nocivas de diferente clase.
Por un lado, las aspas del invento retienen compuestos volátiles del ambiente como el cloroformo, el benzaldehido, el tolueno, xileno y ciclohexano, todos ellos reactivos y disolventes habitualmente empleados en los laboratorios químicos.
Por otro lado, también capta moléculas semivolátiles de origen biológico que se liberan de forma natural, como el pinero, procedente de las hojas de pino, y el octanal y limoneno, de la naranja.
La invención está diseñada como captador de compuestos nocivos, que luego los investigadores analizan con técnicas químicas para identificarlos y determinar la cantidad de ellos que hay en el aire que suponen un riesgo para la salud.
“Tiene la ventaja de que es una herramienta más fácil de emplear que otros sensores. Además, su instalación solo requiere moverlo al sitio deseado y conectarlo a una fuente de energía portátil, como un ordenador”, añade María Soledad Cárdenas.