El tiempo en: El Puerto
Publicidad Ai

CinemaScope

'La novia': profundo carmesí

El tormento del amor oscuro, del deseo prohibido, pero irrefrenable, están retratados con tanto magnetismo como desgarro...

Publicidad Ai
Publicidad Ai
Cargando el reproductor....

93 minutos de metraje. Española hasta la médula, pese a estar coproducida también por Francia y Turquía. El guión lo escriben su realizadora, Paula Ortiz, cosecha del 79, y Javier García Arredondo, sobre la lorquiana ‘Bodas de sangre’. La muy notable partitura es de Shigeru Umebayashi. La extraordinaria fotografía, de Migue Amoedo. Nueve nominaciones a los Premios Feroz. A saber, Mejor Película Dramática, Mejor Dirección, Mejor Actriz Protagonista, Mejor Actor de Reparto, Mejor Actriz de Reparto, Mejor Guión, Mejor Música Original, Mejor Tráiler y Mejor Cartel. La esperan otros tantas… y más aún, a los Goyas. Al tiempo.

Que a quien esto firma le conste, es la cuarta adaptación del drama de Federico al cine. Ha estado precedida por las versiones de Edmundo Guilbourg, en 1938; de Souheil Ben-Barka, en 1976 y la musical de Carlos Saura, en 1981. Sin haber visto más que la tercera, quien esto firma no tiene duda en afirmar que, pese a respetar íntegramente el texto de la obra, es la más transgresora y singular de todas.

En efecto.  El espíritu, las metáforas, los símbolos, la poética, el eros y el tánatos del relato están ahí. Solo que su expresión es llevada al paroxismo estético. A un exceso en las formas, que no está reñido, todo lo contrario, con el refinamiento y la elaboración de la puesta en escena. De una puesta en escena en la que ningún plano está rodado al azar y se integra poderosamente en el conjunto.

La historia nos es narrada, sabiamente, en clave circular. Añadiéndole, además, unos flashbacks que la enriquecen. Con una carnalidad y una sensualidad a flor de piel, que coexisten con la más terrible negrura. El tormento del amor oscuro, del deseo prohibido, pero irrefrenable, están retratados con tanto magnetismo como desgarro. Y todo ello en una tierra tan bella como hostil. La tierra de dos hermosos desiertos. El aragonés de Los Monegros y el turco de La Capadocia.

Y las mujeres… El patriarcado está expuesto en toda su crudeza. Con unas protagonistas que, como en el caso de la madre -composición extraordinaria de Luisa Gavasa, por la que le lloverán todos los reconocimientos- recogen el testigo de las normas fundamentalistas y terribles, que marcan el destino atroz de sus compañeras de sexo.

O como en el caso de la novia, excelente y atormentada Inma Cuesta, quien acata y se rebela alternativa y simultáneamente. O en el de las estupendas Ana Fernández y Leticia Dolera, entre las figuras femeninas, tan fuertes como impotentes ante el mandato genérico, que pueblan el drama.

Y los hombres en litigio. Cada uno el reverso del otro. La luz de Asier Etxeandía y las tinieblas de Álex García. La nobleza, el talento y la dignidad del añorado e irrepetible Carlos Álvarez Novoa. La música, las canciones… Maravillosa La Tarara de Inma Cuesta, preciosa voz la suya. Y el sorprendente Take this waltz del muy lorquiano Leonard Cohen… Y el pathos final.

Recorrida por la desmesura y la pasión. Por el filo metafórico y real de esas navajas asesinas. Habitada por la belleza, el magnetismo y la osadía. Por la desesperación y por la celebración de unas nupcias trágicas. Por un amor loco y aciago, teñido de profundo carmesí, entre dos seres diferentes y extraños en su entorno. Hermosa, intensa e hipnótica mirada de mujer, que quien esto firma les recomienda sin reservas.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN