Amisuri, el nuevo proyecto musical de María La Mónica y Adrián Trujillo, fusiona flamenco y jazz con raíces chiclaneras y un toque contemporáneo. Hablamos con María La Mónica para conocer más sobre ‘’Amisuri’’
– María, ¿qué es "Amisuri"?
"Amisuri" es nuestro nuevo proyecto, en el que llevamos tiempo trabajando y que muy pronto presentaremos. Es un homenaje a nuestras raíces, a nuestras costumbres y a nuestra tierra, pero también a las personas mayores, esos sabios y sabias que tenemos cerca y que a veces olvidamos. "Amisuri" es Cádiz, pero con la mirada en el horizonte.
– ¿Qué tipo de música podremos escuchar?
Flamenco, sin duda, porque de ahí venimos. Adrián Trujillo y yo, que somos los que hemos unido fuerzas para sacar adelante esta propuesta, tenemos el flamenco en la sangre, tanto por crianza como por gusto personal. Sin embargo, también nos encanta experimentar con otros estilos como el jazz, el rap, el funky y sonidos más actuales. Es una fusión, pero siempre respetando nuestras raíces.
– Las raíces de Chiclana, en tu caso, ¿verdad?
¡Totalmente! Soy chiclanera, chiclanera como la butifarra y los chicharrones.
– ¿Cómo surge este proyecto?
Adrián y yo llevamos más de 15 años trabajando juntos, dando conciertos por todas partes. Hace unos seis años lancé un disco en solitario y sentía la necesidad de crear algo nuevo. Fue Adrián quien me animó a dar el paso, ofreciéndose a colaborar en la producción musical. Él me dio el impulso que necesitaba para arrancar con esta nueva etapa.
– ¿De dónde te viene esa pasión por el cante?
De mi familia paterna, los Mónicas, muy conocidos en Chiclana. Tuve la suerte de crecer en un ambiente muy alegre, donde cualquier reunión familiar acababa en fiesta. Empecé a cantar casi jugando, junto a mis primas y tíos, y poco a poco decidí llevarlo a los escenarios de manera profesional.
– Así que llevas toda una vida dedicada a la música...
Sí, prácticamente desde niña. Profesionalmente llevo ya 20 años, y cuando miro atrás, casi no me lo creo. Empecé cantando en fiestas familiares, y a los 19 años di el salto a los escenarios con un repertorio propio, primero con el grupo familiar y luego en solitario. Después de una pausa para trabajar cada una en nuestros proyectos, hemos vuelto a reunirnos, pero ahora estamos enfocadas en nuestras carreras individuales.
– María, la mujer tiene un papel importante en tu vida musical, ¿no?
Totalmente. Tengo muchas mujeres como referentes. Desde mi bisabuela Mónica, cuyo nombre llevo por bandera como nombre artístico, hasta mi madre, que me ha inculcado valores muy bonitos para saber estar en la vida. También están mis tías Mónica y Pilar, grandes artistas de las que he aprendido muchísimo.
Mi tía María también ha sido fundamental, ya que me ha enseñado a sacar partido a lo mínimo y a vender cultura, a gestionar mis propios proyectos, aportándome esa visión comercial que llevo trabajando desde hace años. Además, mis primas, las Mónicas, con quienes he compartido tanto escenario como ensayos, también han dejado su huella en mí. Al final, siento que soy la suma de todas esas personas que pasan por mi vida y de las que voy aprendiendo para seguir caminando.
– También parece que la familia en general es fundamental para ti.
Sin duda. Y ahora mi hija Kenya es otra mujer que me enseña cada día, sobre todo a tener paciencia. En casa tengo tres adolescentes: mis tres hijos, que están en esa etapa tan intensa por la que todos hemos pasado. Aunque a veces es un poco caótico, ellos también son grandes maestros para mí. No solo me acompañan y me apoyan, sino que también me hacen de filtro. A veces me dicen: "Mamá, eso no", y me ayudan a ver las cosas con otra perspectiva.
– ¿Les gusta el flamenco también?
Sí, a algunos más que a otros, pero en general sí que les gusta. Desde que nacieron han estado rodeados de música, así que la disfrutan mucho. En casa siempre hay instrumentos a mano y, aunque yo esté ocupada con mil cosas, ellos son los que más los tocan. Es muy bonito ver cómo, al volver del colegio o el instituto, Manuel se pone con la batería, Lian al piano y Kenya a bailar. Aunque a veces hay momentos de caos, como en todas las casas, en general hay un ambiente muy bonito de convivencia musical.
– Mencionabas antes el jazz, el flamenco y el rap. ¿Con cuál te identificas más?
Aunque me siento cómoda en varios géneros, el flamenco y el rap son los que más me representan. También me gusta el jazz, el funky y el reguetón, porque me atraen las músicas que tienen raíces, que te hacen vibrar. Cada estilo tiene su momento, pero cuando se trata de lo que más me mueve, el flamenco y el rap están en la cima.
– A lo largo de tu trayectoria has colaborado con muchos artistas, ¿verdad?
Sí, he tenido la suerte de compartir música con grandes talentos. Por ejemplo, con La Mari de Chambao, que además de ser una gran amiga, grabó conmigo una canción aquí en casa, Dímelo, que está en YouTube. También he colaborado con Javier Ruibal y el Selu de la Chirigota, y alguna vez con Miguel Campello y Arcángel. Me encanta trabajar con artistas tan diversos, algunos más flamencos y otros más cantautores.
Al final, disfruto mucho saliendo de mi zona de confort, enfrentándome a nuevos retos y aprendiendo cosas nuevas. Cada colaboración es una oportunidad para crecer, y a mí me encantan los desafíos musicales, incluso cuando se trata de estilos que no controlo tanto.
– ¿Qué esperas de este nuevo proyecto?
Lo principal es que llegue lo más lejos posible. Cuando creas algo nuevo y le pones todo tu cariño, tu esfuerzo y tu experiencia, lo que más deseas es compartirlo. La mayor satisfacción es ver cómo el público lo disfruta, cómo despierta sentimientos o provoca que alguien se sienta identificado. Para mí, lo fundamental es generar esa conexión y, sobre todo, hacer que la gente disfrute y se remueva con los mensajes que llevan las canciones.
– El estreno de "Amisuri" será el próximo 11 de marzo en el Teatro Moderno de Chiclana
Así es, y tengo muchísimas ganas. Estrenar en casa siempre es especial, y más en el Teatro Moderno de Chiclana, con el apoyo de la Delegación de Cultura y el Ayuntamiento. Por un lado, estoy feliz porque es como jugar en casa, pero también siento una gran responsabilidad. El público aquí conoce bien nuestra trayectoria, se saben todas las canciones, así que tenemos que dar lo mejor de nosotros.
– ¿Qué nos espera en el Teatro Moderno?
La llevamos un pedazo de técnico de iluminación, estamos preparando visuales, el sonido, la escenografía… y quiero nombrar a los músicos que vienen, que además de Adri Trujillo, que es el productor, también vienen Ismael Alcina, que es un pedazo de bajista de San Fernando, José María Pedraza al teclado y Pablo Heredia a la guitarra, que es de Puerto Real. Un grupo muy andaluz, pero lo que me gusta es que, además de la banda, siempre haya algo de esa esencia andaluza que le da el toque especial
– Además del estreno en Chiclana, ¿tienes otros conciertos cerrados?
Sí, tenemos varias fechas ya confirmadas. Pasaremos por la Central Lechera en Cádiz y en agosto estaremos en el Castillo de Sancti Petri. También tenemos previsto participar en el festival Encrucijada de Cultura en La Línea y actuar en el Castillo de Castellar. Además, pasaremos por Valladolid y volveremos a Madrid. Poco a poco se van cerrando más fechas.
– ¿Cómo logras mantenerte en el panorama musical con tanta competencia?
Reinventándome constantemente. A veces la gente me pregunta si tengo algún trabajo aparte, porque es verdad que la música puede ser inestable económicamente. Pero la estabilidad me la doy yo misma, inventando proyectos cuando no los hay. Esa es la clave para mantenerme en el sector cultural: estar en continuo movimiento y crear siempre.
En estos momentos estoy centrada en "Amisuri", pero también imparto talleres sobre creación musical, flamenco y emoción, vinculándolos a otras perspectivas como la igualdad de género. Entre los conciertos, los talleres y mi empeño constante por seguir creando, encuentro el equilibrio. Soy muy apasionada y no sé hacer las cosas a medias. Si me embarco en algo, lo doy todo, y creo que eso es lo que me permite seguir en el mundo de la música.
– María, me hablas de estar en continuo movimiento por el trabajo y demás, pero también eres una persona muy de campo, ¿verdad?
¡Ahí me has pillado! La verdad es que sí. Cuando hablo de movimiento no solo me refiero a trabajar fuera, también hablo de movimiento creativo. Aunque me encanta el campo, la paz que se respira y el contacto con la naturaleza, siempre estoy en marcha, aunque esté en casa.
Vivo en el campo, he nacido aquí y me considero muy afortunada por ello. Poder estar tranquila, rodeada de animales y con la libertad de ser natural, sin tener que estar siempre pendiente de la estética, es un privilegio. Aunque esté en casa o arreglando el jardín, mi mente sigue funcionando, y a veces mientras estoy en la faena, se me ocurren ideas. Entonces me paro, cojo el cuaderno y apunto. A veces Adri aparece con la guitarra y me dice: “María, mira lo que he sacado”, y así surgen cosas. Aunque esté aquí en la cueva, el movimiento no para, porque siempre hay ideas rondando.
– Las letras, ¿las escribes tú junto con Adri?
Sí, algunas las traigo yo, otras él, y luego nos ponemos juntos a darle forma. Lo bonito es esa sinergia que tenemos. Ya la teníamos en los directos, pero ahora también en el estudio, en la parte creativa. Él se encarga más de la producción musical y de los arreglos, mientras que yo coordino el resto de cosas necesarias para que el proyecto siga adelante. Es una conexión muy bonita que nos hace trabajar bien en equipo.
– ¿Algún mensaje que quieras compartir?
Quiero invitar a la gente a que se acerque y lo pruebe. Amisuri tiene un mensaje que creo que es importante recordar: valorar lo que tenemos y nuestras raíces. Vivimos en un mundo donde muchas veces nos dejamos llevar por el consumo y lo superficial, y olvidamos lo esencial: sentarnos un rato con nuestras madres, nuestras abuelas, escuchar sus historias. Eso aporta mucho más que buscar respuestas en internet. Queremos transmitir ese mensaje con Amisuri, que la gente se reconecte con lo auténtico y lo sencillo.