Este viernes se cumplió el centenario de la muerte de
Paul Boyton, la primera persona que logró
cruzar el Estrecho de Gibraltar
sin embarcación. Tampoco lo logró a nado –otra hazaña que pronto también alcanzará su centenario- sino que lo consiguió navegando con un
traje de su propia creación que le permitía incluso andar sobre el agua.
Como si de un héroe literario de la época se tratase, el capitán Paul Boyton, un estadounidense de origen irlandés, que fue
marino de formación y
mercenario en la Guerra del Pacífico, al servicio de Perú –antes había servido en la Marina Mexicana y con los francotiradores franceses-.
A su regreso a Estados Unidos comenzó una carrera como showman, centrando sus espectáculos en el mar, un
circo acuático. Su experiencia en este tipo de espectáculos unida a su formación como marino y militar le llevó a desarrollar su célebre traje, que patentó, en principio, como herramienta para auxiliar a personas en caso de naufragio.
Como parte esencial de su espectáculo, con ese traje recorrió el mundo organizando exhibiciones y realizando distintas proezas como grandes travesías o remontadas de ríos. Así llegó en marzo de
1878 a
Gibraltar, dispuesto a cruzar el Estrecho, con rumbo a Tánger. Sin embargo, al poder conocer
in situ la fuerza de las corrientes decidió comenzar su travesía en
Tarifa, desde la isla de Las Palomas.
En el canal de
Youtube del Museo-Fundación Wenceslao Segura, de Tarifa, han publicado recientemente un vídeo en el que se narra la extraordinaria aventura del capitán Boyton en el Estrecho. Partió a primera hora de la mañana del día 20 de marzo de 1878 y logró llegar a Tánger a la una de la madrugada del 21 de marzo. El vídeo de la entidad tarifeña explica la épica de aquella travesía.
El diario
El Globo publicó el 26 de marzo de aquel año una escueta noticia que decía lo siguiente: “El telegrama recibido en Cádiz fechado en Gibraltar el 21 a las seis de la tarde, por el bizarro capitán Boyton, dando cuenta de su arribo a la costa africana, dice así: «He atravesado do Tarifa a Tánger en diez y siete horas; las corrientes muy encontradas y fuertes: he visto un tiburón «shark» teniendo la suerte de que no me molestara».”.
A su regreso, en las exhibiciones que llevó a cabo a este lado del Estrecho, los periódicos de la época llevan a cabo una descripción más minuciosa de su portentoso traje para navegar. Así lo hace el diario La Iberia del 26 de marzo, que
se hace eco de una publicación de un diario local, el
Gibraltar Guardian.
“El público pudo apreciar las propiedades de
insumergibilidad del aparato, revestido del cual estuvo durante dos horas el capitán Boyton en el líquido elemento, maniobrando con gran desembarazo y agilidad las diferentes suertes que componían su variado programa”, señala.
“Para que las personas que no tuvieron ocasión de verlo puedan formar una idea del aparato en cuestión, diremos que consiste en un pantalón de cautchouc –caucho, en su denominación original francesa- cerrado por los pies y una especie de chaqueta, de lo mismo, con capucha cerrada en la barba, dejando sólo al descubierto el rostro. Estas dos piezas de vestir se unen perfectamente por medio de un cinturón, y para inflar el aparato, pues es de doble tela, tiene adheridos varios tubos de la misma materia al alcance de la boca”, describe.
“Un aparato auxiliar sujeto a uno de los pies contribuye poderosamente al desarrollo de los difíciles ejercicios del célebre inventor, el cual se vale de este pequeño adminículo en casi todos los experimentos que efectúa. Poco después introdujo un mástil con sus velas de balandra en el pequeño aparato que llevaba al pie”, narra el diario.
En el vídeo del Museo-Fundación Wenceslao Segura añaden a esa descripción que Boyton colocó en los extremos de su remo unas cuchillas afiladas con las que podría defenderse ante un ataque de algún depredador. También ató una gran daga a su muñeca.