Cádiz
La contaminación lumínica ya impide al 99% de los europeos ver la vía láctea
Varios científicos españoles, entre ellos el investigador de la Estación Biológica de Doñana (CSIC) Juan José Negro, presentaron ayer en Sevilla la iniciativa Starlight contra la contaminación lumínica, un problema que ya impide al 99% de los europeos poder ver la vía láctea desde sus domicilios.
Esta iniciativa, impulsada desde el Instituto Astrofísico de Canarias, se ha expuesto en la trigésimo tercera reunión que el Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco celebra en la capital andaluza.
Esta organización promocionará la iniciativa Starlight a nivel internacional, en especial en espacios naturales protegidos, a los que expedirá certificaciones que avalen que están libres de esta contaminación.
Negro ha explicado a Efe que este programa actúa contra la contaminación lumínica porque varios estudios científicos confirman “el impacto negativo” de la polución luminosa no sólo para la actividad científica, en especial la astronomía, sino también para la biodiversidad.
Este científico ha añadido que la contaminación lumínica y la concentración de la población en núcleos urbanos impide a un 99% de los europeos ver la vía láctea desde su domicilio.
Negro ha subrayado que la lucha “para poder volver a contemplar el cielo” se basa en razones científicas, de defensa de la biodiversidad y culturales.
Entre las primeras, subraya la necesidad de defender “espacios para la astronomía”, porque “se están perdiendo cielos muy valiosos para la ciencia por culpa de la contaminación lumínica y quedan muy pocos sitios aptos para observación astronómica”.
Un ejemplo sería Sierra Nevada, un espacio natural con los máximos niveles de protección medioambiental, pero en el que la labor científica de los observatorios del Instituto Andaluz de Astrofísica se ve dificultada por la creciente contaminación lumínica.
En el polo opuesto se situaría la isla de La Palma, que cuenta con una de las normativas de iluminación más restrictivas para propiciar la actividad de los radiotelescopios ubicados en ella.
En opinión de Negro, el daño de la contaminación lumínica en la biodiversidad es incuestionable, como demuestran estudios sobre aves migratorias o especies nocturnas.
“El impacto de la contaminación lumínica puede llegar a ser muy importante en aves migratorias como los petreles o los albatros, que vuelan por la noche y se desorientan con la iluminación nocturna artificial”, ha añadido.
La polución luminosa también afecta a las tortugas marinas o a especies de murciélagos, cuyos hábitos nocturnos, en especial la alimentación, se alteran por la iluminación artificial.
Esta contaminación daña espacios protegidos emblemáticos, como Doñana, pues el halo lumínico nocturno de ciudades como Sevilla es perceptible a 200 kilómetros de distancia.
“Doñana es, seguramente, un espacio natural contaminado lumínicamente por el halo nocturno de las ciudades de su entorno”, según Negro.
En su opinión, la defensa de cielos limpios también es una cuestión cultural, pues la observación de la bóveda celeste “ha sido una fuente ancestral de inspiración, de cultura y de ciencia, ya que los astrónomos fueron los primeros científicos de la humanidad y la astronomía ha guiado durante siglos actividades humanas como la navegación”.
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