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Notas y revisiones de exámenes centran las quejas universitarias

El incumplimiento en la normativa de exámenes, las revisiones y el retraso en las notas encabezan las quejas de los estudiantes ante los Defensores Universitarios.

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  • Estudiantes asisten a una clase en un aula universitaria. -
Quieren saber cuántos de ustedes han aprobado el parcial?”, preguntaba un profesor al medio centenar de universitarios que se habían presentado al examen. “Realmente, uno. Hay otros tres con los que hablaré, porque se han quedado cerca”, añadía. Son pocos, pero hay docentes cuyo nivel de exigencia suspende al 90% de los alumnos.

Y eso que el profesor en cuestión había colgado en el campus virtual todas la preguntas que podían caer en el ejercicio: unas 800, casi un centenar por cada tema visto en el cuatrimestre.

“Hay asignaturas difíciles, pero son peores los profesores difíciles”, sostiene un alumno que prefiere mantener el anonimato.

El incumplimiento en la normativa de exámenes, las revisiones, el retraso en las notas y los criterios de exigencia encabezan las quejas de los estudiantes ante los Defensores Universitarios, aunque no existen datos globales, y no siempre trascienden fuera del aula.

Las incidencias son un porcentaje muy pequeño en el conjunto del colectivo, pero hay profesores que “acumulan un alto número de suspensos, incluso en eso basan su prestigio”, asegura a Efe Rosa María Galán, Defensora del Universitario en la Complutense de Madrid (UCM).

“Y también hay asignaturas hueso. No sólo es el profesor el implicado, puede haber criterios históricos del departamento en el rigor de determinadas materias dentro de una titulación”, añade María Teresa González Aguado, presidenta de la Conferencia Estatal de Defensores Universitarios (CEDU), y “programas complicados en los que el estudiante tarda más en conseguir objetivos”.

En todas las carreras hay materias duras, aunque es una tradición en las Ingenierías. En la UNED, la universidad con mayor número de matrículas, la Teoría de Circuitos se atraganta a los alumnos de Ingeniería Técnica Industrial hasta el punto de que sólo aprueba un 13,33% en primero. Otras por debajo del 30% de éxito son Fiscalidad Internacional (Economía) y Electrónica Analógica (Ingeniería Industrial).

Hasta el puesto 17 en el ránking no aparece una de Letras: Bases Metodológicas de la Investigación Educativa (Pedagogía), con un 44,26% de aprobados.

La adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior –Plan Bolonia– exige una mayor vigilancia sobre la calidad de la enseñanza. Casi todas las universidades se han adherido al Programa Docentia de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca), para evaluar la actividad docente.

El sistema integra diversos criterios e implica a los estudiantes con cuestionarios donde califican a sus profesores, “como elementos informativos para detectar puntos débiles, y hacer planes de mejora”, explica a Efe Encarnación Sarriá, vicerrectora de Espacio Europeo y Planificación Docente de la UNED.

Puede ocurrir –añade– que asignaturas tradicionalmente hueso “estén encubriendo una realidad: que no se les da el espacio suficiente en el plan de estudios y que necesitan más horas de trabajo de las programadas”.

TERMINAR CON UNA COLGADA

El fracaso universitario no puede imputarse sólo al alumno, “también depende de cómo tú les enseñes”, afirma Rosa Galán. Como docente –imparte Derecho Financiero y Tributario–, “me preocupa mucho si tengo más de un treinta por ciento de suspensos”.

“Si esto se repite cada año, habría que plantearse qué falla: si los estudiantes no vienen a clase, si son aburridas, si les coinciden con otras materias, si es necesario cambiar el método de enseñanza o el programa”, afirma la profesora, que en este curso reconoce haberse llevado un “disgusto” con los resultados de febrero.

“Y hay casos sangrantes”, precisa la Defensora de la Complutense, quien tuvo que mediar en el de un profesor exigente en exceso, ahora jubilado. “Argumentaba que, dados sus conocimientos, él estaba preparado para dar clases de doctorado, no para alumnos de licenciatura. Se sentía frustrado y los machacaba”.

Las quejas sobre la actividad docente son complicadas de resolver, pero “la mediación que ejercemos suele tener éxito”, declara a Efe María Teresa González, presidenta de la CEDU y Defensora en la Politécnica de Madrid.
“Los casos extremos son pocos” –agrega esta ingeniera de Minas– “y se han aligerado bastante con el sistema de aprobado por compensación”.

Los Tribunales de Compensación pueden otorgar la titulación a aquellos alumnos que llegan al final de carrera con una asignatura “colgada”, siempre que hayan agotado las convocatorias “y hayan dado muestras de un intento serio de superar la asignatura”, explica desde la UNED Encarnación Sarriá.

“Es una medida saludable –añade– que evita trastornos por el bloqueo en una asignatura concreta”. “Y un derecho del alumno”, defiende también María Teresa González. Aunque hay universidades en las que no existe esa posibilidad: “Nos parece poco riguroso”, opina Eduardo Gamero, Defensor de la Pablo de Olavide de Sevilla.

Tampoco hay datos globales de cuántos alumnos recurren a esta vía, ni de los que, ante las dificultades, optan por cambiar de profesor.

Como I. Alonso, que suspendió con un 4,6 la última asignatura de Administración y Dirección de Empresas. Cuando pidió al profesor de Historia Económica una revisión de examen, porque tenía una oferta de trabajo que le exigía el título, éste le echó del despacho acusándole de “chantaje emocional”. Tras la discusión, el pasado febrero, se presentó con otro profesor del departamento y la superó con nota.

RECICLARSE O SUSPENDER

El Proceso de Bolonia introduce sistemas de garantía de calidad que facilitan detectar “puntos negros” y buscar soluciones, entre ellos la evaluación de la actividad docente, los nuevos créditos europeos (ECTS), la orientación al estudiante con evaluación continua formativa y los cursos “cero” para adquirir las bases de conocimientos previos, “carencias que pueden llevar al fracaso”, explica la vicerrectora de Espacio Europeo de la UNED.

“Habrá que rendir cuentas con las titulaciones”, agrega María Teresa González, y la evaluación del profesor es un parámetro fundamental.

Las encuestas de opinión de los estudiantes son un mecanismo interno de cada universidad. En la Complutense de Madrid, la mayor de las presenciales, con más de 6.000 profesores, son ahora voluntarias para el docente.
Aprobar esa evaluación será imprescindible para la promoción profesional y cambiará incentivos, como los actuales “quinquenios”, en el salario de los docentes.

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