La fiscal Lorena Montero lleva más de 20 años atendiendo casos de violencia de género en la provincia de Cádiz. “La violencia de género existe, no es algo inventado, yo la veo en mi trabajo, es imposible inventarnos todo eso, existe e, incluso, te diría que vemos mucha menos de la que realmente existe”, sostiene. Su inquietud creciente es una nueva generación de maltratadores y víctimas porque en su última memoria, la de
2021, detectó un 25’6 por ciento más de casos entre menores. “No estamos llegando a conectar con los jóvenes, no asumen que lo que hacen es violencia de género”, alerta. Montero, como fiscal especial, conoce nuevos casos a diario
. 793 diligencias preliminares de menores registradas en 2021.“Hay un repunte importante de casos en lo que la edad del maltrato es cada vez más baja”, señala. La estadística registra como violencia de género de menores según la edad del maltratador, no la de la víctima, aunque la fiscal cree que también se reduce la edad de ellas. “Es un grupo de riesgo por lo que supone recibir esta violencia en el proceso de madurez todavía no completado”, añade. A la fiscal le preocupa el incremento de casos, pero también la incapacidad del sistema para frenarlo y que se tome conciencia de la gravedad del problema.
“Ahora mismo hay una sensación con los menores de que el maltrato no van con ellos. Y eso que todo es más grave porque hay una presión social entre iguales muy grande, mucha más exposición y repercusión en las redes sociales o por el teléfono”. También resalta las trabas que las empresas digitales ponen para investigar los casos, lo que complica su resolución o lleva a archivar diligencias. Montero cree que existe una “brecha generacional importante, porque estas personas son nativas digitales, y, aunque están más conectadas, son más individualistas, y nos damos cuenta de que con nuestro lenguaje, con el que defendemos que hay que evitar esta violencia, no les estamos llegando”. Considera que a los menores el discurso contra la violencia de género les parece “desfasado”, de ahí que vea un retroceso en la lucha contra esta lacra. En este tramo de edad, además, se viven constantes episodios de celos, de invasión y cesión de la intimidad. “Pensamos que conocemos a nuestros hijos, pero no”. Por eso, la Fiscalía respalda la labor preventiva que se hace desde la escuela con talleres y actividades que introducen este tema en las aulas. “Son iniciativas que nos llenan de esperanza”.
También Montero se preocupa enormemente por los menores cuando son víctimas directas o indirectas de esta violencia. “Las niñas y los niños que están en el seno de la violencia no tienen voz, ni forma de atención. También hay madres que silencian lo que está pasando o no continúan la denuncia y no tenemos forma de proteger a sus hijas e hijos. Son personas que también necesitan ser escuchadas”. De ahí que Monter
o, entre sus muchas peticiones para mejorar la atención a la violencia de género, reclama que se creen oficinas de asistencia a las víctimas, unidades especializadas de medicina legal, lugares donde “las mujeres y sus hijas e hijos puedan recibir la atención quLe necesitan”.
También pide más fiscales. Cree que con este incremento y mejora de los medios se “evitaría de que la justicia sea más agresora a las víctimas que el propio agresor, porque, hay veces, que hacemos más daño al no poder la respuesta que se requiere”. En los últimos años también se han incrementado las voces que niegan por sistema la existencia de la violencia de género.
“Me indigna porque los argumentos que se usan para denostar a las mujeres son increíblemente desconsiderados con ellas, por no decir algo peor. Invito a estas personas que tuviesen alguna relación con niñas y mujeres que han sufrido esta violencia. Se darían cuenta de que no es una invención. Es muy difícil inventarse todo esto. Existe y hay más de lo que sabemos. Los que niegan la violencia de género hacen flaco favor a las mujeres y a sí mismos. Porque esta lucha no es solo de fiscales o policías. Es de toda la sociedad”. Montero invitaría a pensar a quienes niegan la realidad de esos casos a pensar si algo así le tocara a su hija, a una amiga, a alguien muy cercano. “Entonces verá que nos es ninguna exageración”. Y lo dice quien atiende nuevos casos a diarios. Quien asiste al recuento de víctimas mortales, quien lee partes médicos de lesiones, quien escucha a amigas de las víctimas defender a los agresores, quien ve declarando a maltratadas en lugares sin intimidad. Reconoce que su trabajo es “frustrante”, por lo mucho que queda por hacer, “pero también soyoptimista porque hemos conseguido muchas cosas”.
Por eso este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, volverá a pedir, como viene haciendo dos décadas, que esta violencia se erradique. “Es una realidad y hay que seguir luchando para que deje de existir”.