Con sus políticas el Gobierno practica un racismo “institucional” contra las personas migrantes. Cada vez que se para a una persona en la calle para identificarla por ser negro o tener pinta de “moro”, la policía está abonando el racismo. Cuanto más altos son los muros y las vallas, cuando más represión y devoluciones en caliente se producen, más crece la xenofobia. Cuando se aprueban leyes y normativas que discriminan a las personas por su origen, se alienta el discurso del odio. Cada vez que se maltrata a la gente migrante como si no fueran personas, privándolas de sus derechos, el Gobierno alimenta el racismo y la xenofobia. Lo acabamos de comprobar en Canarias, donde en la actualidad 1.600 personas están retenidas en condiciones inhumanas en el campamento de Las Raíces y se reproducen un día sí y el siguiente también los ataques xenófobos y racistas de determinados sectores de la población. Cada vez que se persigue a un mantero por las calles como si fuera un peligro público crecen las adhesiones a la ultraderecha. Cada vez que se criminaliza a las personas que tan sólo intentan encontrar un futuro digno, una vida segura, y se les encierra como si fueran delincuentes, el Gobierno impulsa el odio, la discriminación, el rechazo, el racismo y la xenofobia.
Cada vez que eso sucede se socavan las bases de la convivencia y se tambalean los fundamentos de la democracia. Y no olvidemos que esas conductas policiales terminan extendiéndose a todo y a todas. Cada vez que así actúa, el Gobierno va acabando poco a poco con el estado de derecho y va minando sin remedio los derechos humanos.
Las conclusiones del “Informe Derechos Humanos 2021 de la APDHA” no pueden ser más contundentes: las actuales políticas migratorias que carecen de ninguna perspectiva inclusiva y acogedora, que sólo rechazan y reprimen, deben ser replanteadas de arriba abajo, así como las leyes que le dan sustento. No sólo son ineficaces porque es imposible cortar las alas de los sueños y la libertad humanas; no sólo provocan enormes sufrimientos y condenan a miles de personas a la muerte segura (1.717 muertos y desaparecidos en 2020 es una cifra que una sociedad democrática no puede tolerar sin inmutarse); sino que además esas políticas sirven de base para el crecimiento de la ultraderecha y sus mentiras, sus bulos, sus discursos de
odio y de discriminación.
Por eso suenan muy artificiosas las condenas y los cordones sanitarios contra la ultraderecha. Porque sus ideas de odio y discriminación se alimentan de las políticas racistas de quienes luego hipócritamente quieren extender “cordones sanitarios”. Estos gobiernos, en el conjunto de la UE sin excepciones, practican las políticas xenófobas y anti migrantes que plantean desde la extrema derecha con la hipócrita excusa de que así le quitan argumentario. Nada más falso y a la realidad hay que remitirse: a más duras políticas migratorias, más se envalentona y crece la derecha más extrema en toda Europa.
Señores de los gobiernos, déjense de hipócritas discursos antirracistas y pongan en marcha leyes y actuaciones acogedoras e inclusivas. Cambien de arriba-abajo las actuales políticas migratorias. No sólo porque es de justicia y de derechos humanos, sino porque además es la forma de segar la mala hierba en la que medra la extrema derecha neofacista y su discurso de odio.