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“Los jóvenes, y los escritores, queremos comer y que se nos remunere"

Abraham Guerrero, valiente como su apellido se arroja a la publicación poética con una primera incursión que titula ‘Los días perros’

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  • Abraham Guerrero y su co-presentadora, la también escritora María Jesús Ortega. -

Hasta hace poco tuvimos el privilegio de contar con una columna de opinión firmada por el joven arcense Abraham Guerrero. Licenciado en Filología Hispánica, regresa al mundo de las publicaciones con su primer poemario bajo el brazo, un conjunto de versos que trasciende a los temas universales para aterrizar en la realidad más palpable, de donde posiblemente emane la poesía más humana y desgarradora.  

Estos días ve la luz  de la mano de Ediciones ‘La Isla de Siltolá’ tu primer libro de poemas que titulas ‘Los días perros’. ¿Cómo ha sido tu primera incursión en este género tan difícil?
–Ha sido un proceso lento. Escribo poemas desde que tenía 17 años, pero nunca me había atrevido a publicar. Fue cuando conseguí enlazar, o cuando me di cuenta de que había enlazado dos o tres poemas cuya temática podía darme un hilo discursivo para un poemario, el momento en que me decidí a crearlo. Ya antes había publicado en sitios que me interesaban. Aparecí en una edición de Anónimos, un concurso que se organiza desde ‘Cosmopoética’ y donde aparecían nombres de la poesía joven que ahora están despuntando, como Ángelo Néstore. También publiqué en Piedra del Molino, donde me moría por publicar porque era una revista que leía desde los 16 años. Así hasta que Javier Sánchez Menéndez, editor de ‘La Isla de Siltolá’, leyó mi libro y se convenció de publicarlo. 2018 ha sido un año bonito, tanto por la publicación como por el premio ‘Ucopoética’, que también me hacía especial ilusión.

¿Qué nos has querido contar con éste tu primer libro?
–Básicamente, la desazón de las múltiples mudanzas a las que me he sometido a lo largo de mi vida, porque España, y concretamente Andalucía, si eres joven, te obliga a mudarte. El poemario está fragmentado en siete días de la semana, y en ella se va contando el discurrir de un joven cuando vuelve al pueblo y cómo a raíz de eso se van intercambiando sensaciones entre la vida en la casa de siempre y la gran ciudad.

¿Guarda de algún modo relación con tu experiencia en Alemania, donde viviste en 2014?
–Guarda toda la relación. El libro lo empecé a escribir cuando volví, pero el de Alemania fue un año productivo en cuanto a lecturas y escritura. Allí inicié mi blog La enfermedad de las Turas, que creo que es la primera piedra de este libro. Quien lea el libro se dará cuenta de la importancia que tiene mi estancia en Alemania en la obra, porque sobre todo, es un juego entre la rutina en ese país y la vuelta a una rutina totalmente diferente como es España.

¿Qué tal la presentación? ¿Querías que Arcos fuera el primer lugar donde dar a conocer la obra?
–La presentación fue tan perfecta como no creía que fuera a ser. La sala se llenó y era complicado en estas fechas. Además, el ambiente fue muy bonito. Por supuesto, la primera vez que presentara el libro, tenía que ser en Arcos. Desde muy joven he estado en presentaciones de grandes escritores que se han hecho en Arcos de la Frontera, así como he intentando ser público activo en el ‘Noviembre Literario’. En realidad, la primera vez que se presentó el libro en público fue en Córdoba, en el Festival ‘Cosmopoética’, al que tuve el honor de asistir como invitado, pero ahí el libro no estaba en la calle aún. En Arcos ha sido la primera presentación con el libro físico, y en mi primera vez quería estar bien arropado. Eso solo me lo podía ofrecer Arcos y que tuviera como anfitriones a Pedro Sevilla y María Jesús Ortega, que son los dos poetas arcenses que más me han influido.

También la presentarás el 23 de enero en la Fundación Carlos Edmundo de Ory, en el Centro Andaluz de las Letras, como un acto enmarcado en el ciclo ‘Letras Cruzadas’…
–Sí, y seguramente iré a otras ciudades de Andalucía y también a Madrid. Quiero que sea un proceso lento, para que el libro no muera. Muchas veces, cuando se publica algo, por parte de las editoriales y los propios autores, se pretende darle tanto bombo a la novedad que el libro muere a los pocos meses de ser publicado. No es mi intención. Prefiero hacer una presentación al mes, y que el libro vaya viajando tranquilamente, a hacerlo todo seguido.

Eres licenciado en Filología Hispánica y profesor de español. ¿Tienes pensado centrarte en la actividad literaria o se puede combinar perfectamente con la de docente?
–Mi sueño es centrarme en la actividad literaria, pero se va a quedar en eso, un sueño. Sí espero publicar en buenos sitios como en ‘La isla de Siltolá’, y quién sabe qué más se puede conseguir, pero vivir de la literatura es difícil. Lo que sí sé es que no voy a ser profesor de español toda mi vida, y espero poder dejarlo pronto, ya que es un sector donde te explotan bastante y los sueldos son precarios. La intención es sacar alguna oposición que me deje un buen horario que me permita compaginar ambas cosas. La vida de poeta o escritor se puede combinar con la docente porque no queda más remedio, pero obviamente compaginar te influye a la hora de escribir. Te limita en concentración, te reduce el tiempo de escritura. Es una lucha que mantengo hoy y con la que sé que voy a convivir el resto de mi vida.

¿Dedicas de algún modo esta obra a alguien?
–Oficialmente, en las páginas iniciales, está dedicada a Ana Rodríguez Callealta, excelente poeta que me ha ayudado a lo largo de todo el proceso de escritura. Hay también una protagonista femenina dentro de la obra, Marian, quien ha compartido conmigo todos los procesos de mudanza. Así que imagino que en el marco poético y en el marco existencial, la obra va dedicada a estas dos personas importantes en mi vida.

¿Entra en tus proyectos retomar tu columna de opinión con este semanario? ¿No piensas que la juventud, y tú eres joven, no se implica demasiado en trasladar a la prensa sus inquietudes y pensamientos sobre el mundo?
–Si mi respuesta afirmativa sirve de rúbrica, podéis contar conmigo cuando queráis. Abandoné mi columna porque estaba tan explotado en Madrid que no tenía tiempo para saber qué pasaba en el mundo, y mucho menos para sentarme a escribir. Yo no creo que la juventud no esté implicada. De hecho, creo que ha habido otras generaciones menos implicadas que la mía, influenciadas también porque no había la cantidad de medios que te dieran la oportunidad de publicar una columna. Mi opinión más bien es la contraria, creo que los medios no están demasiado implicados con los jóvenes a la hora de remunerar las colaboraciones. Yo entiendo al joven que no quiere participar en periódicos, porque no ve que su trabajo tenga una recompensa económica, que al fin y al cabo es lo que cuenta. Los jóvenes, y los escritores, también queremos comer y que se remuneren las palabras que se nos piden.

Muchas gracias, mayor suerte y feliz año nuevo.

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